Los tres millones y pico de parados
Finalmente, y tras gran expectativa, esta mañana de jueves se daba a conocer la cifra de parados del INEM, y que había quedado al terminar el mes pasado al borde de los tres millones de parados...
Se sospecha seriamente que, a su vez, 2009 pueda sumar otro millón más de parados, y se batiría el récord en esta delicada y dramática materia. Hagan cuentas: los 139.694 nuevos parados se han sumado al paro registrado en el último mes, lo que arroja una cifra diaria de algo más de 4.500 nuevos parados por día. A ese ritmo, que es lógico que pudiera variar en los meses venideros, al acabar 2009 el número de parados se aproximaría peligrosamente no a los cuatro millones, sino a los cinco... Pero, claro: ese ritmo puede aumentar o disminuir..., dependerá de las medidas que ya se han adoptado o que se puedan adoptar en los meses siguientes para combatir este gravísimo problema nacional.
Cabe esperar, como lo hace el Gobierno, que la cifra de parados por día o por mes tienda a disminuir, pero esas estadísticas previsibles no son otras que las que han empleado algunos organismos internacionales, como el FMI o la OCDE..., o institutos de investigación como Funcas, que no han excluido que el porcentaje de parados pudiera alcanzar el 17 por 100 de la población activa...
El ministro de Trabajo, –más que nunca ministro del paro– Celestino Corbacho, con gran celeridad y oportunidad, anunciaba ya el miércoles su deseo de comparecer en el Parlamento para explicar las tendencias que se registran en esta materia y sus previsiones para los próximos meses. Será preciso comprobar si Corbacho mantiene las esperanzas de Zapatero de ver que repunta la creación de empleo a partir de marzo, cuando la obra pública debiera empezar a funcionar a efectos de recuperar algunos de los parados que ha fabricado, sobre todo, el sector inmobiliario, así como las industrias afectadas por la crisis de esta importantísima actividad.
La otra cuestión es si la sociedad española –el cuerpo social de nuestro país– está en condiciones de soportar esa tasa insoportable de parados, y cómo pudieran rebajarse las tensiones lógicas que cabe esperar en este clima sociolaboral. De entrada, el incremento de parados significa un aumento considerable del gasto de las subvenciones del Estado en ese renglón de subsidios, que a su vez se sustraen de otras actividades o iniciativas del gobierno que pudieran crear empleo.
Pero, además, todo parado supone una reducción de sus gastos familiares, es decir, una clara contracción del consumo, pero sin ahorro posible... Y unas inquietantes preocupaciones para muchos individuos y familias. Algunas de ellas podrán contar con las ayudas de la familia y otras, posiblemente los inmigrantes estén en este capítulo de máximos afectados,. Que no podrán contar más que con sus escasos y recortados recursos propios y, durante algunos meses, de los subsidios del Estado.
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