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Vísperas

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Soy de los que piensan que nuestra derecha se maneja bien con latines y palabras que son de Biblia, si no de Santos Evangelios. No les llamo meapilas, ojo –no más, al menos, que los otros-, sino que, por la fuerza de la costumbre, el largo trato o porque buena parte de sus elites dirigentes se formaron en colegios de esa formación, hasta para dar nombre a su más conocida reunión, a ésta le llaman de “maitines”; así, sin ambages, con aire de convento y claustro, como los de Santo Domingo, en Cristina, donde tuvieron sede los más Tradicionalistas durante la II República Española. Ahora, desde nada hacia acá, han planteado los populares, y con notable éxito, también sus jornadas de Vísperas, y las han celebrado en Jerez de vísperas de San Dionisio y en las del Día de la Hispanidad o, de la gesta del Descubrimiento o, de la Fiesta Nacional o de la Raza cañí; y que cada quien se avenga con lo que mejor le cuadre en honor y homenaje a Adam Smith.
Resolvieron la del Patrón sin cabeza con la Noche Azul y Blanca que tuvo más de azul que de blanca y, como en un recordado fuego de la OJE, encendieron Jerez de nostálgicos de la madrugá –cierto que por una vez sin Señor ni meonas-, llenando de algarabía la calle Larga y sus tiendas y comercios. No hubo palcos ni sillas del puito, pero poco más faltó. Fue de vísperas porque, de celebración, la liturgia de acompañar al Pendón desde el Cabildo a San Dionisio es ceremonia de evidente poco recorrido: apenas 20 metros y, para eso, arreglarse, perfumarse y echarse algo a la cartera es mucho trabajo.
Por aquel pendón no se acercó a la reja ni el concejal más joven, aunque sea edad esa dada a esos lances, pero éste –o ésta- debió entender que quien creó tan conspicua “fiesta” también fue consciente de crear la que con mayor resolución menos merece ese nombre de fiesta y no era cosa –por lucir 20 metros- de perderse el botellón de ese viernes. Con tanto frío institucional y tan poco calor humano se diría que Jerez celebró su fiesta como se pasa un duelo: sin encontrarte en la nueva situación, sin ubicarte en un mundo en el que todos trabajan y nosotros estamos de holganza… Aunque esa sensación en Jerez no es nueva, y hasta diaria para 30.077 personas.
Las del Descubrimiento, la Raza, la Hispanidad. –su víspera, se ha de decir- también se ha resulto a modo y, desde primeras horas de la tarde, un Renault camioneta blanco, sin anagrama ni matadura municipal, difundía un mensaje telegráfico, casi de parte de guerra, convocando “gratis” –que es como se convoca gente- “a un concierto de ópera en la plaza de La Asunción interpretado por solistas, con conocidas composiciones de notables autores”, como un eco del NODO en la terraza de El Jerezano. Otras plazas tenían otras músicas, más recoletas. Los mejores intérpretes los vi en Plateros: Dos chavales pedían y tocaban la caja y un extraño instrumento de metal y percusión, capaz de jugar con notas…Al día siguiente, de fiesta, nadie en las calles, cansados, señalando que Jerez –tan castigado- se refugia en tablas y no está para envestir toda la faena…
Escribo esto de vísperas del 15-O, fecha elegida por el movimiento conocido como 15-M –léase, por favor, Democracia Real, Ya- para celebrar manifestaciones de indignados en más de 150 ciudades de todo el mundo. 15-M es una marca sin copyright del que nadie tiene derechos de autor. Es una fecha; es un movimiento del ciudadano, de uno a uno y colectivo, y de esos que no aceptan representación porque “no nos representan”. Democracia Real, Ya avanza por la dialéctica de Jodorowsky; los todavía acampados sostienen en su estética la piel cetrina y el mal cuerpo que dejó en nuestro recuerdo la plaza de Sol, su toma por todos y por ninguno. Aquellos no son románticos, ni jóvenes; éstos son un insulto de suciedad a una ciudad sucia por tanto paro. Un lapo feo a la fea sociedad que tanto paro genera. Unos persiguen la re evolución y otros insisten en la revolución. Son vísperas.

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