Parece que a ciertas personas les cae mal que personas mayores tengan iniciativas y se comprometan socialmente en asuntos que repercuten en el bien común. Suelen decir o escribir comentarios como “ a esos “viejetes” qué les importan esas cosas...”? Pero, habría que preguntarles a ellos ¿quiénes sois vosotros para jubilar a la gente? ¡Se puede ser viejo a los veinte…!
Recordemos que las funciones físicas y mentales del ser humano van desarrollándose desde el comienzo de la vida hasta alcanzar un máximo de efectividad en la edad adulta. A partir de ahí se produce una declinación que es paralela, en la mayoría de los casos, a la disminución del peso del cerebro.
Esto no quiere decir que todos empiecen a envejecer a una misma edad. Estudios realizados aseguran que la vejez actúa menos desfavorablemente en las personas que siguen desarrollándose alcanzando una cultura elevada y un equilibrio emocional más perfecto. Quererse bien, ayuda a vivir feliz.
Por otra parte, debido a las circunstancias ambientales, al progreso de la medicina y a una alimentación sana y equilibrada, la aparición del estado físico y psíquico de la vejez se va retrasando considerablemente.
Los hábitos adquiridos en la vida, la experiencia, la capacidad de síntesis y la organización del trabajo de la persona mayor, pueden seguir dando grandes aportaciones y beneficios a la sociedad. Además conviene recordar que el ser humano no sólo transforma las cosas e influye en la sociedad, sino que al mismo tiempo se perfecciona a sí mismo, se supera y trasciende a través del trabajo. El futuro no está escrito. Cada persona puede labrar su futuro pisando firme y teniendo horizontes claros y metas bien definidas.
Toda persona sueña con ver cumplidas sus aspiraciones y disfrutar de una vejez tranquila y apacible. Es un derecho adquirido como culminación de los esfuerzos y trabajos realizados a lo largo de la vida. Cuando ya no esté en condiciones de rendir normalmente en la actividad que desempeñaba antes, puede sentirse útil enseñando y preparando a los que empiezan en su misma profesión Y más tarde, poder realizar sus aficiones favoritas que tal vez tuvo aparcadas y que pueden redundar en beneficio de la sociedad. Aunque pueda parecer una utopía, para favorecer el empleo para todos, podríamos establecer una especie de etapas.
En una primera etapa, bajo la supervisión de expertos, los que empiecen a trabajar estarían un tiempo adquiriendo experiencia necesaria para el normal desenvolvimiento de la profesión o trabajo.
Una segunda etapa abarcaría, según las técnicas y necesidades del trabajo, unos veinte años de pleno rendimiento. Vendría una tercera etapa propicia para dirigir, aportar experiencia, aconsejar y enseñar a los que empiezan en el mundo laboral o profesional. Durante esta etapa se iría preparando a los propios agentes a enfocar emocionalmente su jubilación hacia aquellas actividades que sin ser obligatorias para ellos, sin embargo son necesarias para la sociedad.
Este planteamiento tiene como prioridad la dignidad de la persona humana, como un proceso natural de la vida, un paso hacia una concepción del trabajo como medio del desarrollo integral del ser humano.
Al hablar de vejez y de anciano parece que se habla de personas de mucha edad. Pero la vejez se acerca poco a poco. Está llegando día tras días de una manera suave. Las últimas alegrías de la vida dicen que suelen ser profundas. Así quiero que vaya llegando mi vejez. He recibido el día de hoy para vivir, para sentirme dichoso y tomar conciencia de que doy un paso más en la responsabilidad de mi vida.
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