Ya en una ocasión hablábamos desde esta misma sección sobre la ansiedad, “el enemigo oculto”. Pero no estaría de más acercarnos a su cara más desapercibida, a ese aspecto sutil, que casi dejamos pasar por alto, pero que no es menos importante, “el estrés”. El ritmo frenético al que nos somete la sociedad, o al que a veces solemos caer irremediablemente, dejándonos llevar por sus aguas turbulentas.
Pero, ¿qué es el estrés? Si ojeamos cualquier diccionario de ciencias de la salud encontraremos más o menos esta definición: “Cualquier factor emocional, físico, social, económico o de otro tipo, que requiere una respuesta o un cambio. El estrés puede ser positivo o negativo. El estrés crónico mantenido puede tener como consecuencia una enfermedad física. También se puede aplicar el estrés terapéuticamente para promover cambios, como en la terapia de pacientes fóbicos”.
Al leer esto observamos que el estrés puede ser positivo o negativo, y además, encontramos la palabra cambio, y la palabra respuesta. Bien, en realidad, en los orígenes, nuestra sociedad se forjó con momentos de estrés, pero sin continuidad, y es aquí donde radica el peligro. El cuerpo humano está preparado para reaccionar ante un peligro o situación anómala, siempre y cuando esta reacción no se mantenga en el tiempo. Energéticamente, debemos encontrar el equilibrio, no dejar que este factor “normal” nos arrastre hacia el desequilibrio general, afectando el sistema nervio al sistema físico, y originando así, un trastorno orgánico.
Hoy hablamos de ... el estrés y su freno natural
¿Cómo puede ayudarnos la naturopatía frente a este verdugo invisible? Lo primero antes de luchar, es conocer a nuestro enemigo, y para eso, debemos saber reconocer sus síntomas. Existen muchos y muy variados. Cefaleas, tensión muscular en la zona cervical, en espalda y hombros, malas digestiones, dolor de estómago, sequedad bucal, palpitaciones, tics nerviosos, agarrotamiento articular y muscular, ahogo… Este es uno de sus juegos favoritos, “el camuflaje”. Le gusta disfrazarse de formas muy variopintas, y confundir nuestras sospechas en direcciones erróneas, no siempre, claro. Organizar nuestro tiempo y nuestra vida sería el primer paso para combatirlo. Crear un ámbito de paz y armonía en el hogar, utilizar luces adecuadas, que creen un aire apacible. Usar la musicoterapia, abandonando la televisión a la hora de comer y disfrutar de una comida tranquila con una música igual de relajante. Bañarnos en vez de ducharnos, o combinar baños con esencias (rosa, jazmín, lavanda…) con duchas tonificantes (o agua caliente, o agua fría, nunca templada).
Desde la montaña
Y mientras el maestro caminaba, nos decía:
“Debéis ser como el viento y el agua, no os dejéis empujar por la corriente vacía de las cosas. Mirad la naturaleza, ¿acaso observáis alguna forma inapropiada o agresiva en su paisaje? Pues somos parte de ella, y olvidamos, eso si queremos olvidarlo, o si nos dejamos llevar por personas inadecuadas que quieran atraernos hacia una zona desapropiada. Todo debe existir, lo bueno y lo malo, practicad el equilibrio, siempre. Cuidad vuestros modos, humildad, paciencia, bondad, fuerza… Nuestra energía fluye desde el interior y se reparte y unifica con el resto del mundo. Reíd, mostrad una sonrisa a cada persona, haced que cada día luzca el sol, y aunque millones de nubes inunden el cielo o vuestro corazón no perdáis nunca vuestra paz interior”.
Aprendiendo a comer
La alimentación nos va a proporcionar fuentes ricas en vitaminas del grupo b, y ácidos grasos tales como el conocido Omega 3, sin olvidar el omega 6, ni tampoco el 9 (aunque éste en menor proporción que los demás). La forma de cocinar el alimento también nos va a influir en gran manera. Utilizaremos mejor la plancha, el asado, o el horno cada vez que queramos preparar la comida, nunca fritos ni alimentos refinados o demasiado elaborados. Excluir bebidas excitantes, tales como la cola, el té, la tónica…Incluir especias y plantas aromáticas como la albahaca, el cilantro, el estragón, el hinojo, el tomillo y la menta. y como frutas: manzanas, peras, cerezas. Verduras: Tomate, alcachofa, lechuga, calabacín, patatas, remolacha (que además también es rica en triptófano), calabaza, berenjenas y frutos secos. Cambiar el pescado blanco, o bien disminuir su consumo a la semana, y aumentar a la misma vez el consumo de pescado azul.
Consejos verdes
Mezclamos Melisa y espino blanco en partes iguales, tomando una infusión en ayunas, después de comer, y antes de irnos a la cama. Para disminuir los efectos del estrés hasta su casi desaparición, desayunaremos un tazón con leche desnatada, copos de avena y una cucharadita de miel, 1 comprimido de Pasiflora incarnata por la mañana, mediodía y tarde.
Practiquemos la respiración abdominal todos los días, sintiendo cómo se hincha el vientre, inhalando y exhalando por la nariz. Meditar, primero cinco minutos al día, y poco a poco aumentandp. Presionaremos un punto en el centro de la palma de la mano, justo ahí, cuando soltamos el aire, quitar la presión cuando volvemos a respirar.
Pero, ¿qué es el estrés? Si ojeamos cualquier diccionario de ciencias de la salud encontraremos más o menos esta definición: “Cualquier factor emocional, físico, social, económico o de otro tipo, que requiere una respuesta o un cambio. El estrés puede ser positivo o negativo. El estrés crónico mantenido puede tener como consecuencia una enfermedad física. También se puede aplicar el estrés terapéuticamente para promover cambios, como en la terapia de pacientes fóbicos”.
Al leer esto observamos que el estrés puede ser positivo o negativo, y además, encontramos la palabra cambio, y la palabra respuesta. Bien, en realidad, en los orígenes, nuestra sociedad se forjó con momentos de estrés, pero sin continuidad, y es aquí donde radica el peligro. El cuerpo humano está preparado para reaccionar ante un peligro o situación anómala, siempre y cuando esta reacción no se mantenga en el tiempo. Energéticamente, debemos encontrar el equilibrio, no dejar que este factor “normal” nos arrastre hacia el desequilibrio general, afectando el sistema nervio al sistema físico, y originando así, un trastorno orgánico.
Hoy hablamos de ... el estrés y su freno natural
¿Cómo puede ayudarnos la naturopatía frente a este verdugo invisible? Lo primero antes de luchar, es conocer a nuestro enemigo, y para eso, debemos saber reconocer sus síntomas. Existen muchos y muy variados. Cefaleas, tensión muscular en la zona cervical, en espalda y hombros, malas digestiones, dolor de estómago, sequedad bucal, palpitaciones, tics nerviosos, agarrotamiento articular y muscular, ahogo… Este es uno de sus juegos favoritos, “el camuflaje”. Le gusta disfrazarse de formas muy variopintas, y confundir nuestras sospechas en direcciones erróneas, no siempre, claro. Organizar nuestro tiempo y nuestra vida sería el primer paso para combatirlo. Crear un ámbito de paz y armonía en el hogar, utilizar luces adecuadas, que creen un aire apacible. Usar la musicoterapia, abandonando la televisión a la hora de comer y disfrutar de una comida tranquila con una música igual de relajante. Bañarnos en vez de ducharnos, o combinar baños con esencias (rosa, jazmín, lavanda…) con duchas tonificantes (o agua caliente, o agua fría, nunca templada).
Desde la montaña
Y mientras el maestro caminaba, nos decía:
“Debéis ser como el viento y el agua, no os dejéis empujar por la corriente vacía de las cosas. Mirad la naturaleza, ¿acaso observáis alguna forma inapropiada o agresiva en su paisaje? Pues somos parte de ella, y olvidamos, eso si queremos olvidarlo, o si nos dejamos llevar por personas inadecuadas que quieran atraernos hacia una zona desapropiada. Todo debe existir, lo bueno y lo malo, practicad el equilibrio, siempre. Cuidad vuestros modos, humildad, paciencia, bondad, fuerza… Nuestra energía fluye desde el interior y se reparte y unifica con el resto del mundo. Reíd, mostrad una sonrisa a cada persona, haced que cada día luzca el sol, y aunque millones de nubes inunden el cielo o vuestro corazón no perdáis nunca vuestra paz interior”.
Aprendiendo a comer
La alimentación nos va a proporcionar fuentes ricas en vitaminas del grupo b, y ácidos grasos tales como el conocido Omega 3, sin olvidar el omega 6, ni tampoco el 9 (aunque éste en menor proporción que los demás). La forma de cocinar el alimento también nos va a influir en gran manera. Utilizaremos mejor la plancha, el asado, o el horno cada vez que queramos preparar la comida, nunca fritos ni alimentos refinados o demasiado elaborados. Excluir bebidas excitantes, tales como la cola, el té, la tónica…Incluir especias y plantas aromáticas como la albahaca, el cilantro, el estragón, el hinojo, el tomillo y la menta. y como frutas: manzanas, peras, cerezas. Verduras: Tomate, alcachofa, lechuga, calabacín, patatas, remolacha (que además también es rica en triptófano), calabaza, berenjenas y frutos secos. Cambiar el pescado blanco, o bien disminuir su consumo a la semana, y aumentar a la misma vez el consumo de pescado azul.
Consejos verdes
Mezclamos Melisa y espino blanco en partes iguales, tomando una infusión en ayunas, después de comer, y antes de irnos a la cama. Para disminuir los efectos del estrés hasta su casi desaparición, desayunaremos un tazón con leche desnatada, copos de avena y una cucharadita de miel, 1 comprimido de Pasiflora incarnata por la mañana, mediodía y tarde.
Practiquemos la respiración abdominal todos los días, sintiendo cómo se hincha el vientre, inhalando y exhalando por la nariz. Meditar, primero cinco minutos al día, y poco a poco aumentandp. Presionaremos un punto en el centro de la palma de la mano, justo ahí, cuando soltamos el aire, quitar la presión cuando volvemos a respirar.
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