Hacía mucho tiempo que el Presidente de la Comunidad de Madrid no salía en las primeras páginas de los diarios nacionales. Como este señor no puede pasar un día sin sentirse protagonista, acaba de lanzar otra estupidez como aquellas a las que nos tiene bastante acostumbrados.
Él, el adalid de las privatizaciones de la sanidad madrileña, que habrá que recordar que esas ansias “externalizadoras” se las ha comido con papas gracias a la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid que ha puesto coto a los desmanes del susodicho, ha lanzado la ocurrencia de que cualquier estudiante con los estudios universitarios terminados puede tener acceso a una plaza de maestro.
Él, fiel seguidor de la línea agresiva contra toda clase de servicios sociales que con tanta saña está practicando el gobierno del partido popular allí donde tiene la sartén por el mango, acaba de humillar a una de las más importantes profesiones como es la de dedicarse a la enseñanza. Una profesión a la que desde tiempos inmemoriales se le ha reconocido su singular trascendencia, para la que se exige una formación específica y una vocación profesional auténtica sin la cual resulta prácticamente imposible llevar a cabo una labor tan vital para este mundo en que vivimos, la que condiciona el futuro de la persona y como consecuencia de ella el de toda la sociedad.
Él, el elegido a dedo por deferencia de la anterior Presidenta de la CAM, esa que muestra su incivismo, su desprecio a cualquier tipo de autoridad que se le cruce en el camino, bien sea un agente de movilidad, bien sea el mismo Presidente del Gobierno de la nación, como está acostumbrado a saltarse los límites democráticos de una elección, tampoco le parece desacertado que puestos de una importancia tan significada como los de aquellos que tienen en sus manos la responsabilidad de educar a los españoles, sirvan para hacer hueco a tantísimo parado universitario, que después de tantísimos años de una política desastrosa en la racionalización de los estudios superiores, se acumulan desgraciadamente en las listas de desempleados con una titulación que no les sirve para nada.
Él, que en connivencia con otros personajes a quienes ha favorecido con sus decisiones políticas a lo largo de su vida pública, ha recibido como contraprestación a sus desvelos a través de la inconfesable red Gürtel, un dúplex de superlujo en Marbella, que no sabe como justificar, ataca a una de las mareas que más dolores de cabeza le ha producido, pues han sido uno de los más valientes ejemplos de combatividad de las reivindicaciones por los derechos públicos, tan mermados por gentes como él.
Él, que cuando un tradicional defensor de las políticas populares como Pedro J. Ramírez puso en la primera plana de la actualidad las irregularidades de la adquisición del famoso dúplex de Marbella, le faltó tiempo para ponerle a bajar de un burro. Este paradigma de político al uso se atreve a inmiscuirse en el mundo de la educación.
Él, que dice estar preocupado y se indigna como la mayoría de los políticos del PP por los malos resultados de la educación española según el informa PISA, nos quiere mostrar como acabar con los enormes déficits que arrastramos dejando en manos de personas sin la debida idoneidad la recuperación necesaria.
¿Esto es lo que podemos esperar como solución a la situación de la educación en España? Mientras sigamos disfrutando de personajes como Él, así nos irá.
¿Es que no hay nadie en este gobierno que ponga un poquito de cordura?
Me queda la palabra
Ignacio González contra el Magisterio
Él, fiel seguidor de la línea agresiva contra toda clase de servicios sociales que con tanta saña está practicando el gobierno del partido popular allí donde tiene la sartén por el mango, acaba de humillar a una de las más importantes profesiones como es la de dedicarse a la enseñanza.
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