El preacuerdo del PSOE y el PP en el País Vasco se inspira en la común obligación de cuidar bienes gananciales. Básicamente, la supervivencia del Estado en esta parte del territorio nacional...
El preacuerdo del PSOE y el PP en el País Vasco se inspira en la común obligación de cuidar bienes gananciales. Básicamente, la supervivencia del Estado en esta parte del territorio nacional.
Se trata de sentar “bases políticas” y “objetivos prioritarios” del futuro Gobierno, que estará liderado por Patxi López. Sabemos también que la presidencia del Parlamento de Vitoria será ocupada por un diputado o diputada del PP. Pero, más allá del contenido de los pactos, constatamos la necesidad de abrir un periodo de desintoxicación nacionalista. Necesidad confirmada por los propios dirigentes nacionalistas cuando descalifican la sintonía entre los dos partidos nacionales.
El pacto es consustancial a la democracia cuando en las relaciones de fuerza no aparece una mayoría absoluta. Aparte de esa razón formal, hay muy buenos motivos de fondo que desbordan el mero reparto de cargos. Empezando por el hecho de que la propia democracia esté funcionando en este caso bajo la presión insoportable de la violencia terrorista. Por cierto, practicada en nombre de Euskadi. O sea, de estirpe nacionalista. No es el único, pero tal vez es el más aberrante de los elementos tóxicos a eliminar. Sin embargo, el PNV cree que excluir de la competencia electoral a quienes apoyan o justifican la violencia es un fraude. Asimismo, los dirigentes del PNV consideran fraudulento el acercamiento de Patxi López y Antonio Basagoiti por el hecho de que PSOE y PP anden permanentemente a la greña en la disputa por el poder a escala nacional.
Andan a la greña. Eso es verdad. Y a pesar de eso, se entienden en el País Vasco. Una prueba de lo mal que van las cosas en esta Comunidad Autónoma.
El acuerdo PSE-PP debe servir, una vez constituido el Gobierno monocolor de Patxi López, para inaugurar un tiempo cuyas prioridades serán el diálogo social contra la crisis y la unidad política contra el terrorismo. Además, fomentar la convivencia entre diferentes y cancelar los debates identitarios. Un catálogo de obviedades. Necesarias, pero obviedades al fin.
Una hoja de ruta hacia la normalización constitucional del País Vasco, cuya aplicación sólo estará amenazada por la estrategia de los dos grandes partidos a escala nacional. Sería una lástima que la lucha por el poder entre el PSOE y el PP a escala nacional pudiese dejar en papel mojado sus acuerdos a escala vasca.