Durante los últimos treinta años hay cosas que se hicieron muy bien en nuestro país, pero siguen habiendo asignaturas pendientes que durante mucho tiempo los gobiernos que se alternado en el poder, han preferido ignorar, unos utilizando el estribillo de que “España va bien” y otros pronosticando hasta hace muy poco que alcanzaríamos nada menos que a Alemania en cuanto a renta por cápita y por supuesto con pleno empleo.
Es cierto que esta crisis que vivimos ahora muy pocos la vieron venir, sin embargo los síntomas que delataban las enfermedades de la economía española, vienen arrastrándose desde muy atrás.
Desde que entramos en la Unión Europea, hemos recibido un maná en concepto de Fondo de Desarrollo, Fondos de Cohesión, ayudas a la agricultura, que ante el constante vanagloriarse, por parte de Aznar, del crecimiento económico que entonces tenía el país, hizo perder la paciencia a Schröeder, el canciller alemán quien le recordó que al menos un punto de ese crecimiento era un regalo del pueblo alemán, siendo Alemania el mayor contribuyente a las arcas de la Unión Europea.
Nuestro retraso en investigación y desarrollo que ahora quiere paliarse con una Ley y unos fondos (20.000 millones) dedicados a la Economía sostenida, como si un modelo económico se pudiera cambiar de un plumazo. En países como Finlandia que destacan por su capacidad innovadora, los niños desarrollan desde pequeños el hábito de leer.
¿Podemos decir nosotros lo mismo, con Andalucía a la cola de uno de los países, donde el fracaso escolar es mayor?
En cuanto a la energía en general, somos el peor país de Europa.
Adolecemos de fuentes de energía primaria y de agua. El carbón de Asturias es muy inferior como calidad al de Polonia y Sudáfrica. La moratoria nuclear, decretada por los socialistas, hace veinte años, nos sigue pasando factura, repercutiendo sobre las tarifas eléctricas.
Por otro lado, la decisión del Gobierno Aznar de limitar el alza de las tarifas eléctricas es una fuga hacia delante, que se repercutirá en las facturas del futuro.
Casi todas las mercancías se transportan por camiones, siendo la utilización del ferrocarril marginal. Esto
aparte del impacto ambiental, encarece el costo de trasladar los productos. El actual proyecto de la Ley del transporte, recientemente, elaborado por el Gobierno, cuenta con el rechazo de la Federación Nacional de Asociaciones de Transporte, pues la coyuntura actual, no es el momento para cambiar las reglas del juego de forma tan precipitada, cuando un millar de pequeñas empresas de transporte están desapareciendo cada mes.
En la época de la Dictadura de Franco, uno de cada ocho empleados era un servidor público. Hoy día la proporción es de uno a cuatro. Esta situación es insostenible. No añadiré más, pues a buen entendedor, pocas palabras.
Todo lo anterior, añadido al hecho de que no tenemos la posibilidad de ejercer una política monetaria, recetando devaluaciones como se hacia en el pasado, que en práctica eran un aumento de los impuestos para los españolitos, nos hace particularmente vulnerables a la hora de evaluar la productividad del país, concepto en el cual estamos a la cola de Europa, solo por delante de Italia, aunque país tiene una economía, mucho más diversificada que la nuestra.
Concluyo, diciendo que a diferencia de las otras crisis vividas por nuestra economía que se caracterizaron por tener una stagflacion, o lo que es lo mismo estancamiento de la producción con subida de precios, la actual crisis se caracteriza por tener una deflación, o sea, una bajada de precios asociada a una disminución de la actividad económica.
Es mucho difícil curar esta segunda enfermedad que la que antaño experimentamos.
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