Novelería

Publicado: 20/05/2009
Probablemente este artículo provoque suspicacias y estas líneas me traigan algún problema. Pero me siento en la obligación moral de expresarme ante lo que considero un mal endémico de esta sociedad...
Probablemente este artículo provoque suspicacias y estas líneas me traigan algún problema. Pero me siento en la obligación moral de expresarme ante lo que considero un mal endémico de esta sociedad. Hablo de la “novelería”, de apuntarse al carro en el último momento, del cambio de camisa según el viento que corra, de levantar el dedo de la hipocresía para reivindicar una causa que antes se creía injusta. Seguramente muchos me dirán que esta situación es propia del ser humano. Les diría que sí, pero que en Jerez estas maneras se acrecientan sobremanera. Y paso a detallar algunos casos. ¿Dónde están aquellos que enarbolaban determinadas banderas políticas para que los colocaran en el Ayuntamiento? Ahora que lo consiguieron muchos las han cambiado por otras o las han escondido en algún cajón. ¿Dónde estaban los xerecistas “de toda la vida” cuando el Xerez estaba en Segunda B o cuando no tenía opciones de ascenso? Porque ahora todo el mundo se declara xerecista “desde pequeño”, en algunos casos, sin haber asistido en los últimos años a ningún partido en Chapín. Dónde están aquellos airados comerciantes que se enfrentaron a las excavadoras para evitar que peatonalizaran la calle Larga? Muchos aprovechando la marea humana de potenciales clientes que pasean por esta arteria. ¿Y qué me dicen de los amigos de toda la vida que, de repente, les han salido a David de María, Cantizano, Ismael Jordi o Güiza? Todos los conocen desde pequeños y han jugado con él en la plazoleta del barrio. Esto es “novelería” y de eso sabemos mucho en esta ciudad. Nadie me puede impedir pensar como pienso. Me amparo para ello en mi condición de jerezano del barrio de Santiago y al profundo amor que le tengo a esta ciudad. Probablemente no consentiría que un foráneo la criticara, tal y como un padre que reprende a su hijo nunca toleraría que alguien ajeno lo hiciera. Pero espero que un día esta ciudad deje atrás algunos comportamientos y etiquetas pueblerinas. Que deje de actuar por el “qué dirán” y usando el “no se lo digas a nadie pero te has enterado que fulanito…”. Espero sinceramente que la barrera ya superada de los 200.000 habitantes sea algo más que un récord para publicarlo a los cuatro vientos y sea el principio de un cambio que nos acerque más a la que verdaderamente es ya una “ciudad de primera”.

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