Ha arrancado la campaña electoral y nunca los votantes se han sentido tan ajenos a mensajes, ilusiones, proyectos como ahora. La clase política ha conseguido, en muy pocos años, que el entusiasmo europeísta que caracterizó a los españoles se haya trasformado en indiferencia y en distancia. Es para darles un premio.
Desde luego, los primeros mítines de los líderes de los dos principales partidos no llaman al entusiasmo: menciones permanentes a la política de casa, alardes sobre quién ganó el debate sobre el estado de la nación, acusaciones de orden interno y ni una mención al proyecto europeo.
No perdieron el tiempo ni Mariano Rajoy ni José Luis Rodríguez Zapatero, en recordar que si España ha experimentado el crecimiento, del que ahora tanto lloramos su pérdida, ha sido gracias a Europa, a sus Fondos de Cohesión, a sus ayudas a la agricultura, a la ganadería, etc. Que si un aire fresco de modernidad hizo salir a este país de la cutrez de la dictadura, ese aire llegó de Europa. Y lo más importante: si existe alguna posibilidad de salir de la recesión, de encontrar un modelo económico que garantice el futuro, llegará también de Europa. Porque o lo hacemos juntos o será peor para todos.
Ni José Luis Rodríguez Zapatero ni Mariano Rajoy se molestaron en explicar –para qué– la importancia que va a tener el Parlamento Europeo con el nuevo tratado, una vez que Irlanda lo ratifique. Tal vez les dio vergüenza que algún asistente al mitin les preguntara, a voz en grito, por qué se habían confeccionado las listas con los políticos que no se quiere en Madrid, o por las componendas para dar gusto a todos los sectores de ambos partidos y no pensando en su aportación a la Europa común.
En el Partido Popular hay menos preocupación porque sus votantes se queden en casa. Su base social es de una fidelidad inquebrantable, incluso a prueba de corrupciones varias. Un ejemplo de ello es la reelección de Fabra en Castellón. Ni procesos, ni imputaciones, ni escándalos le hicieron perder ni un solo voto. Su miedo ahora es que en plena campaña se impute a su responsable de finanzas, Luis Bárcenas, diputado en el Congreso. Pero siempre les quedará el recurso de repetir que se está haciendo un “juicio político”.
En el PSOE si hay preocupación. Según los datos que manejan los responsables de campaña, sólo el cuarenta por ciento de su electorado piensa ir a votar en este arranque de campaña. Ni siquiera ese video maniqueo en el que se pinta a los votantes de la derecha europea como unos peligrosos nazis xenófobos, ha conseguido movilizar a un sector de la ciudadanía que sabe distinguir entre propaganda y mensaje político. De seguir así las cosas, las urnas se pueden quedar vacías el siete de junio.