Cinco días después de ser detenido y tras proclamar mil veces que no lo haría, el alcalde de Granada, José Torres Hurtado, cedió este lunes a la evidencia de su aislamiento político y a las presiones desde todos los frentes hasta acabar presentado su renuncia. Con él también se marcha su concejal de Urbanismo, Isabel Nieto, señalada como él y otras 15 personas en la operación policial de la pasada semana por su mayor o menor implicación en una presunta trama orquestada desde el Ayuntamiento.
El paso atrás de Torres Hurtado escondía una sorpresa: la renuncia, en paralelo, del presidente provincial del PP y primer teniente de alcalde en el Consistorio, Sebastián Pérez. El que hasta ahora era su número dos convocó a la prensa para comunicar las dimisiones y anunciar que también arrojaba la toalla pese a no estar salpicado por la investigación. Lo hacía por sorpresa y porque era la única condición que puso el alcalde a la dirección nacional del partido para echarse a un lado, lo que denota la intensidad del duelo que mantienen desde hace tiempo PP y Ayuntamiento en Granada.
El movimiento de fichas, que deja en la cuneta a un alcalde y a un líder provincial del partido, no era casual. Horas antes de conocerse el carrusel de dimisiones PSOE y C’s habían anunciado, de forma oficial, un acuerdo para desalojar a Torres Hurtado del primer sillón de la Alcaldía. El partido de Albert Rivera, que fue el que facilitó que el regidor arrancase una nueva nueva legislatura, le negaba cualquier apoyo y garantizaba el triunfo de la moción de censura de los socialistas.
Dimitido el alcalde, el PP se apresuró a advertir de que la operación ya no tiene sentido. La secretaria general del PP-A, Loles López, conminó a PSOE y C’s a que “cesen en el empeño” de continuar porque ya no hay “excusa”. Dicho de otra forma, los populares intentan ahora retener el Gobierno municipal tras el sacrifico de sus dos grandes peones. Lo tienen casi imposible porque Juan Marín (C’s) y el PSOE coincidieron ayer en que la operación no tiene ya marcha atrás.