Las condenas internacionales al régimen de Maduro en Venezuela son más que justas. La deriva autoritaria no merece ser puesta en duda. La irregular elección de la nueva Asamblea Nacional Constituyente, aunque la Constitución de la República Bolivariana de 1999, aprobada en tiempos del carismático Chávez, contempla que el pueblo de Venezuela es “depositario del poder constituyente originario” y que el presidente puede convocarla, ha manchado desde el inicio este proceso. Las más que sospechas de anormalidades desde de su convocatoria y su carácter de representación por sectores
sociales o instituciones, propios de una democracia orgánica, la han contaminado desde
el primer momento.
Las detenciones, la represión, los confinamientos y la privación de derechos políticos a los oponentes políticos del gobierno de Nicolás Maduro privan a las actuaciones de este último de la exigida imparcialidad y de las garantías democráticas. Todo esto está más que acreditado por los analistas y los organismos internaciones. Sólo Cuba, Irán y Rusia están avalando a Maduro.
Pero el asunto es más general. Parece que sólo hay en el mundo un par de regímenes autoritarios: Cuba y Venezuela. La diferencia es notable entre ambos, porque en Venezuela sigue habiendo elecciones, aunque sean muy criticables. Pero ¿Por qué se silencian las restantes dictaduras que hay en el mundo? ¿Qué sucede con China y Arabia Saudita, por poner sólo dos ejemplos de países claramente dictatoriales? Y más recientemente ¿Cual ha sido la reacción ante Turquía, que ha depurado a cientos de
miles de funcionarios, cerrado decenas de periódicos y encarcelado a centenares de disidentes? ¿Para qué van tantos antiguos dirigentes a Guinea Ecuatorial? ¿Qué se les ha perdido allí? No se puede negar que hay un fondo de alineamiento ideológico y de intereses económicos y comerciales, que seleccionan al enemigo conveniente, según los casos. La potencia económica de China o Arabia Saudita disuade a muchos gobiernos de ponerlos en ninguna lista negra, por el contrario se pelean por los contratos.
El filósofo de pensamiento liberal Karl Popper lo tiene escrito: “Para nosotros, sólo existen dos tipos de gobierno: aquellos en los que los gobernados pueden librarse de sus gobernantes sin baño de sangre y aquellos en los que los gobernados pueden, si acaso, librarse de los gobernantes sólo mediante un baño de sangre. Llamamos democracia al primero de estos tipos de gobierno, y al segundo tiranía o dictadura”. Una frase de vademécum.