Los andaluces ya habían votado sí a la autonomía, pero aún no se había alcanzado un acuerdo para salvar el escollo de Almería, cuando dos políticos del Partido Socialista de Andalucía (PSA) obtuvieron un escaño en un Parlamento autonómico. No fue el andaluz, sino el catalán.
“Yo recuerdo haber participado en una manifestación en Almería reclamando un acuerdo, siendo ya diputado en Cataluña”, recuerda Francisco Hidalgo Gómez, cabeza de cartel del PSA en las elecciones del 20 de marzo de 1980, en las que Jordi Pujol se convirtió en el primer
president de la democracia.
Él, cordobés de Posadas, y el que fuera catedrático de Derecho Constitucional José Acosta Sánchez, malagueño de Nerja, consiguieron para los andalucistas los dos escaños en la Cámara catalana.
El PSA, que se presentaba entonces como Partido Socialista de Andalucía - Partido Andaluz, obtuvo en aquellas elecciones un total de 71.841 votos en el conjunto de las cuatro provincias, y por Barcelona sacó más de 60.000, lo que le supuso al PSA los dos únicos escaños en el Parlamento catalán en su historia.
“La Ley electoral era la misma que hoy, y entonces ya hacían falta muchos más votos por Barcelona para conseguir un escaño que por cualquier otra provincia”, apunta Francisco Hidalgo.
“Lo de presentarnos a las elecciones fue consecuencia de una reflexión, no fue algo improvisado”, explica. Cataluña era ya entonces diversa y plural, y no había ni un solo pueblo en el que quienes no hablaban catalán, especialmente los inmigrantes, no tuvieran problemas.
“La primera ley de normalización lingüística de Cataluña, que se aprobó en aquella primera legislatura, era menos restrictiva que la última”, señala Hidalgo. Pero aun así, el uso del catalán se había convertido en una obsesión tras la muerte de Franco.
Los andaluces que emigraban a Cataluña lo hacían por la necesidad de buscar un trabajo para poder mantener a sus familias. Y el PSA entendió que era necesario estar a su lado y pelear por hacerles algo más fáciles las cosas.
Francisco Hidalgo, que pidió una excedencia como maestro de escuela en Córdoba para irse a probar suerte a Cornellá de Llobregat y no regresó, recuerda como una experiencia “magnífica” y “un verdadero honor” haber formado parte de aquel primer Parlamento de Cataluña, y de haber participado en la aprobación de las primeras leyes para la reconstrucción de Cataluña.
Cultura y territorio
“Es un error pensar que la cultura la da el territorio y no las personas. Cataluña no es una realidad monolítica y única, somos muchos los que aportamos a Cataluña, los que la estamos enriqueciendo”, apunta.
Cuando mira hacia atrás, piensa que “al principio era sólo una parte de CiU la que trataba de imponer ese mito de que la cultura pertenece al territorio, pero hoy se ha extendido, y ahora no es sólo la antigua CiU, que no sabemos ya cómo la vamos a llamar, es ERC, los Comunes...”.
Hidalgo cree que se ha llegado a un punto de tensión entre las instituciones de Cataluña “y las de Madrid” muy grande, y que “va a costar mucho trabajo volver a una Cataluña de convivencia pacífica”.
“Se supone, porque el voto es secreto, que a nosotros nos votaron los andaluces emigrados. La mayoría serán hoy personas muy mayores. Y los andaluces de segunda y tercera generación, se supone también, han optado hoy por opciones independentistas”.
El PSA, después de la primera legislatura, no volvió a presentarse a las elecciones autonómicas en Cataluña.
Un maestro en la política
Francisco Hidalgo (Posadas, 1950) ejerció como maestro mientras la actividad política se lo permitió. De 2003 a 2010 fue responsable de la Delegación para las comunidades andaluzas de Cataluña, Valencia y Baleares de la Junta de Andalucía y ha sido asesor de Cultura en la Diputación de Barcelona.