Ese parece el canto que –esta vez sí- van a entonar los socialistas en Andalucía y en España, dada la situación de “oportunidad de oro” que-según las palabras de Pedro Sánchez se presenta para el PSOE en España. No es muy difícil hacer las cuentas de lo que está sucediendo electoral y demoscópicamente en España.
Ciudadanos está en alza según los resultados de las elecciones catalanas y varios sondeos apuntan un aumento considerable de sus votos. En número de escaños el panorama difiere por el efecto deformante de la voluntad popular que tiene, sobre todo, la circunscripción provincial. Frente a los que atribuyen esa desviación a la Ley d’Hont, para depurar las mayorías, el verdadero tamiz electoral se halla en el establecimiento de la provincia como demarcación electoral. Ayer mismo Cebrián pedía “una eliminación de la protección constitucional a la provincia como circunscripción electoral”. Sea por lo que sea, parece lo más probable que el voto de la derecha y el centro derecha se parta en dos mitades y que Dios repartirá suerte.
El proceso que vivirá el centro derecha español –Partido Popular y Ciudadanos- es exactamente el mismo que ya se ha experimentado en la izquierda. Los resultados de las elecciones generales de 20 de diciembre de 2015 y de 26 de junio de 2016 fueron las del pugilato por la primacía de la izquierda en nuestro país. En las dos ocasiones las ganó el PSOE a Podemos pero con un coste insostenible para ambos, aunque más para el segundo. Podemos se negó a investir presidente a Pedro Sánchez, que contaba con el apoyo de Ciudadanos y de algunos partidos minoritarios, y le dio la oportunidad a Rajoy para que formara gobierno tras las siguientes elecciones a la “legislatura corta”. Después el envite catalán ha hecho desmarcarse del empeño nacional a Podemos, lo que le ha significado una sangría interna y entre los electores muy profunda.
El “Agrupémonos todos” socialista que Susana Díaz y Pedro Sánchez puedan entonar va en la dirección también de lo que señalan los sondeos andaluces. Subida de Ciudadanos pero muy insuficiente para repartir el juego del gobierno, aunque sí para poder formar parte del que se constituya en el futuro ¿próximo? en Andalucía. Los presidentes andaluces nunca perdieron la capacidad de convocar las elecciones y resistieron las pretensiones de quienes quisieron quitárselas, sencillamente para usarlas.