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Miércoles 13/11/2024
 
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Internet tercermundista a precios del primer mundo

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En poco menos de un mes el Gobierno ha querido tirar por tierra un informe independiente que destaca el elevado precio del servicio de internet en España. La Asociación de Internautas, que cuenta con solvencia suficiente para poder afirmar que defiende los intereses de los consumidores en todas sus acciones, publicó a principios de julio un estudio que dejaba por los suelos la calidad y el precio de la alta velocidad en España.

De hecho, Telefónica ofrecía el tercer servicio más caro de Europa, sin que a cambio se estuviese sirviendo el tercer mejor acceso a la red. A grandes rasgos, lo que un español paga por su conexión ADSL ha pasado de estar un 47% por encima de la media del conjunto de la Unión Europea a casi un 51% por encima, con lo que se ha pasado del cuarto precio más caro del año pasado al tercero de este año.

Tampoco los operadores alternativos son competitivos respecto a la antigua empresa que ostentaba el monopolio en España. Mientras que la crisis ha obligado a muchas empresas a mantener clientes a base de rebajas o mejoras de los servicios, las operadoras de internet y telecomunicaciones han subido sus tarifas. Véase no sólo el caso de internet, sino también la telefonía móvil.

Pero esta realidad debía ser al menos maquillada por el Gobierno. Así, se ha afirmado que España cuenta con precios competitivos en materia de ADSL, incluso con ofertas mejores que algunos países del entorno. Pero estas conclusiones son argumentadas en precios como los 28,8 euros que dice la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones que es lo más barato que puede encontrarse el ADSL doméstico en España. Y cualquier internauta sabe que esos 28,8 euros no son a cambio de una conexión de alta velocidad, ni mucho menos. Sí tiene razón el Gobierno al recordar que se trata de un mercado privado y que no puede marcar tarifas, aunque bien que lo hace sobre la electricidad, el combustible, el tabaco...

El Estado debe empezar a comprender que internet no es un artículo de lujo que debe llegar a todos los hogares en buenas condiciones y a buen precio. No es sólo un artículo de ocio, porque aquellas sociedades en las que estén plenamente integradas las nuevas tecnologías serán las únicas que podrán liderar el mundo los próximos años.

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