En palabras vacías y frases hechas se rellenan las argumentaciones de los que venden estérilmente la puesta oficial de aprovechar el verano como motor turístico. Tres meses que se quedan en dos y dos que se quedan en propósitos de enmienda que no cumplen con lo que de él debiera ser.
En estas mismas páginas, y tal y como ocurre todos los años por estas fechas, la seguridad en las playas es motivo de no tener un plan que garantice de principio a fin la protección en la costa por un calendario que no se ajusta a la demanda de los ciudadanos. Hablar de servicios mínimos y de colocar a un solo socorrista no es alarmismo gratuito, es jugar con fuego y de una irresponsabilidad inusual.
Eso en cuanto a costa se refiere, no es menos elocuente lo que viene sucediendo con la Plaza de Toros.
El primer monumento de la provincia sigue sin ofrecerse un plan de viabilidad y una oferta que esté a la altura de lo que pudiera dar de sí. Mirar en otras poblaciones cercanas su propuesta para los próximos meses genera sonrojo ajeno ante la oportunidad desaprovechada.
Hablar de turismo no debe ser baladí, es una asignatura todavía pendiente como la Estación Marítima, la que debiera dar la bienvenida a turistas y sigue viendo una obra que tendría que haber acabado hace meses. El compromiso turístico es algo más que organizar un coloquio o unas jornadas improductivas que solo valen para la foto de rigor. Apuestas decididas en una ciudad que tiene todo un potencial que aún se ningunea.