Tratar de ganar la guerra restando importancia al ejercito con el que vas a contar y a la estrategia que vas a desarrollar para alcanzar los objetivos, no tiene ningún sentido. Soy de los que pienso que la política, la organización política en concreto, es una ciencia exacta y, dentro de su escenario, el que más improvisa es el que menos éxitos cosecha; no se improvisa nada. El Partido Popular ha iniciado un proceso electoral interno para elegir a la persona que comandará y dirigirá sus designios en los próximos años, claves y fundamentales para el futuro inmediato de la organización. Pero algunos han entendido que la clave está, para hacerse con las riendas, presentar únicamente un nombre que baste para arrebatarle el poder a Pedro Sánchez y a su gobierno cubista, ignorando que para ello hay que contar con un partido que genere esa combinación de confianza, ilusión y compromiso, junto a la base ideológica que marque la hoja de ruta de lo que un partido ofrece, quiere y es capaz de llevar a cabo para alcanzar la confianza del electorado. Estas líneas, indispensables en la organización política, deben avalar la imagen del candidato armando su figura de líder e irradiar la ilusión a la base de un partido que lleva años soportando que le partan la cara a base de corruptelas y vomiteras informativas, sin defensa alguna, condicionadas por medios que se han recreado para mayor gloria de otras opciones políticas. Si hay alguien que ha sido el mejor candidato estos últimos años para el Partido Popular, esos han sido sus afiliados y simpatizantes. Esos que han atravesado el Amazonas de la crisis de identidad política generada por lo que ya todos sabemos, con la única baza y escudo de la gestión de un gobierno que ha toreado la crisis lo mejor que ha podido y le han dejado, llegando a sacrificar incluso su compromiso ideológico apostándolo todo a la gestión económica, descuidando así espacios políticos aprovechados por nuevos partidos. Unido a la gestión del partido que ha optado por intentar buscar un médico antes que taponar la herida provocada por la cornada de la corrupción y la crisis económica, haciéndoles perder miles de votos. Esos afiliados de base son los que ahora tienen la oportunidad de ver reflejado su demanda de vuelta a la normalidad, demanda o anhelo que representa la candidatura de Pablo Casado. Además de venir de la base, esa que algunos parecen haber olvidado, es el único capaz de presentar propuestas en firmes que ilusionen, no sólo a los simpatizantes y afiliados, también al espacio político que nunca debió perder el partido y recuperar a quienes se fueron y quedaron ideológicamente huérfanos. La organización y tendencias políticas están cambiando, prueba de ello son los casos de éxito de Justin Trudeau en Canadá, el fracaso del establishment de Hillary en Estados Unidos o el ridículo cosechado por Susana Díaz y sus imposiciones. Tendencias que reclaman más cabezas de ratones y menos leones de múltiples colas. Las bases exigen que los partidos dejen de estar al servicio de sus dirigentes, y piden paso a nuevos líderes que estén al servicio de los partidos y transmitan sus valores para una sociedad mejor, lideres como el que está llamado a ser Pablo Casado.
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Las colas del león
Esos que han atravesado el Amazonas de la crisis de identidad política generada por lo que ya todos sabemos,
Juande Villena
Juande Villena es graduado Social y Consultor Político. Experto en campañas electorales y gestión de identidades corporativas
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El blog de 'El trampantojo' trata asuntos varios tales como la actualidad política y el costumbrismo social
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