Se dice que los ingleses son capaces de hablar horas del tiempo. Valoran como nadie una buena conversación sobre el parte metereológico, no sólo cuando se encuentran algún vecino en el ascensor sino con amigos y familiares. No cabe duda que hablar del tiempo facilita evitar temas de conversación que pudieran ser polémicos.
Aquí llevamos también meses que no se habla de otra cosa, de que el verano no acaba de llegar. Personalmente no entiendo por qué todo el mundo parece tan deseoso de asarse de calor. Trabajar con calor no es lo más agradable, y hay que depender del aire acondicionado, tan malo como es para los pulmones, para el medio ambiente y para la factura de la luz.
Probablemente, detrás de la queja generalizada de que no llegue el verano está que las personas somos animales de costumbres, y que nos gusta saber qué esperar. Y que un verano sin calor asfixiante, pues no parece verano. Otro de los síntomas de que el verano no termina de llegar y que tiene a todos alterados es que aún no hay carteles de toros ni conciertos en nuestra plaza de toros.
Los eventos culturales más importantes ocurren en la plaza de toros y aún no se conocen ni los carteles taurinos ni los espectáculos musicales e infantiles de todos los años. Pues nada, como la vendimia, este año comenzarán con dos o tres semanas de retraso.
El pliego de la plaza de toros resume todo lo que puede pasar en un pliego: que des caña cuando estás en la oposición diciendo que el pliego que han sacado es muy malo y que se podría hacer mejor, que entres a gobernar y prometas el mejor contrato del mundo porque la plaza de El Puerto se lo merece, que apruebes el pliego tarde y con tantas exigencias que se quede desierto, que tengas que sacar otro pliego con bajada de expectativas incluida (lo de la bajada de pantalones mejor no decirlo no vaya a ser que a algún colectivo le moleste la frase), y que sea seis de julio y no haya cartel de toros.
Digo todo esto porque el actual equipo de gobierno, cuando estaba en la oposición, se ponía muy digno dando clases de buen gobierno, y de que los pliegos tenían que estar a tiempo y de que tenían que ser los mejores para El Puerto, mientras que el gobierno achicaba agua en la mayor crisis económica que ha vivido el país desde la Guerra Civil.
Como el Karma existe, ahora son ellos los que tienen que enfrentarse a situaciones peores que las que criticaban rompiéndose las vestiduras y concentrando a todos los colectivos posibles a la puerta del consistorio. Han pasado por un verano sin banderas azules, por presupuestos “pospuestos”, por contratos con prórrogas más que terminadas pero que se han seguido prestando sin más cobertura legal que la del interés público como el de limpieza y recogida de basuras, y ahora por un inicio de mes de julio con un contrato de explotación de la plaza de toros peor que el anterior, que por cierto podrían haber prorrogado, y sin carteles de toros y de conciertos conocidos.
Bueno, al final hablar del tiempo no ha evitado la polémica.