De nada vale limpiar más, comprar más máquinas, contenedores o más papeleras, sino tenemos el instrumento para sancionar aquellas conductas que van en perjuicio de la limpieza y la imagen de esta ciudad. La efectividad de las sanciones ha quedado manifiesta en los controles de tráfico que desde hace ya dos años vienen vigilando con lupa el uso del casco: cada vez hay menos sanciones por este hecho. Pero la multa, el castigo al bolsillo, no debe ser el único elemento. Es necesario que los ciudadanos entiendan que arrojar un papel a la calle va en perjuicio de él mismo, por cuanto muestra una mala imagen al futuro cliente de nuestro comercio, o al inversor que quiera construir un hotel en Sanlúcar. La educación desde las familias, desde los colegios, es lo que promueve un cambio de mentalidad en la ciudadanía. Si desde pequeños inculcamos a los menores que los papeles se tiran en la papelera al igual que debe hacerse cargo de recoger su habitación, estaremos contribuyendo a que él mismo se convierta en educador incluso de la conducta de sus padres, a quien podrá objetarles que saquen la basura antes de tiempo o indicarles en qué contenedor se deposita qué tipo de residuo.
Por este motivo, los esfuerzos que desde el Ayuntamiento de Sanlúcar se están poniendo en marcha para mejorar la limpieza de la ciudad también tienen una vertiente educativa, de concienciación, en la que la sociedad al completo, empresas, colegios, asociaciones, sindicatos, medios de comunicación, personajes relevantes en Sanlúcar deben implicarse para poder comenzar a cambiar estas conductas que, a la larga, al único al que vienen perjudicando es al pueblo de Sanlúcar.