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El jardín de Bomarzo

El hospital de la Sangre

El Parlamento de Andalucía se ubica en el antiguo hospital de las Cinco Llagas, también conocido como hospital de la Sangre en pleno barrio de la Macarena

Publicado: 28/12/2018 ·
12:22
· Actualizado: 28/12/2018 · 12:22
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Bomarzo

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El jardín de Bomarzo

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"La tiranía totalitaria no se edifica sobre las virtudes de los totalitarios sino sobre las faltas de los demócratas"Albert Camus.

Hace unos años resultaba tradicional en esta época encontrar en los distintos medios de comunicación tanto balances de final de año como en este 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, alguna información falsa de naturaleza enredosa con la que celebrar una jornada que conmemora la matanza de los niños menores de dos años por Herodes para deshacerse de Jesús. La prensa ya no dedica espacios a inocentadas; hacer balances con orden ante tanto desorden resulta muy complicado e inventarse algo que supere la realidad es difícil incluso para la perversa mente de los periodistas, que con la vorágine de información loca diaria tienen más que suficiente. Lo peor es que ningún indicador muestra que el año que en breve inauguraremos cambie la tendencia, tanto en el panorama nacional como en este autonómico que ahora se ha convertido en el centro del foco de luz de la política española.

La democracia es una forma de convivencia social que otorga el poder al conjunto de la ciudadanía y ésta, de manera libre, lo ejerce eligiendo a sus representantes y hay que defenderla protegiendo la idea del adversario y el derecho de éste a tenerla como mejor fórmula para que el adversario respete la tuya, por muy distintas que sean -siempre que estén bajo el paraguas de la Constitución-. De entrada hay que recordar que según la extrapolación de votos de esos 396.000 andaluces que decidieron libremente coger la papeleta de Vox, el 45 por ciento proviene del PP, casi otro 15 por ciento votaron hace tres años a Ciudadanos y, nadie lo olvide, otro 15 por ciento fueron votantes en 2015 de PSOE, Podemos e Izquierda Unida y ahora, todos ellos y por las razones que sean, por desencanto, hartura, cambio de ideología o vaya usted a saber por qué, se han ido a otro lugar en busca de otras cosas. Quizás, pudiera ser, porque la formación a la que antes votaron no les dio lo que les prometió.

El Parlamento de Andalucía se ubica en el antiguo hospital de las Cinco Llagas, también conocido como hospital de la Sangre en pleno barrio de la Macarena y ahora centro de la trifulca; solo unas horas después del estropicio electoral del 2D para el PSOE, la propia presidente en funciones espetó aquello de que sin los votos de Vox, la izquierda había ganado a la derecha. ¿Sin los votos de Vox? ¿Acaso no vale lo mismo un andaluz que vota a Vox que otro que lo hace al PSOE, Cs, Adelante o PP? Porque parece desde la jornada de este jueves en la constitución de la Mesa del parlamento que parte de él pretende convertirlo en una sala de 97 diputados en vez de los 109 solo porque 12 de ellos son fruto de esos 396.000 andaluces que con todo su derecho democrático, se podrá estar de acuerdo o no, se largaron de donde estaban para probar otra cosa; otra cosa que será lo que sea, que puede dar más o menos rechazo, como lo puede dar Podemos para otros en el otro extremo, pero que de entrada en la sesión de constitución de la mesa del parlamento es la que menos espectáculo propuso y en estos tiempos de tanto y feo ruido es de agradecer. Todos hablan de Vox menos Vox, que va engordando a media que los llamados súper  demócratas hablan de ellos e intentan marginarles a pesar de su legítima elección. Incomprensible; a este paso Vox se plantará en Madrid con 30 o 40 diputados y Casado será presidente.

Un espectáculo que promete numerosos capítulos para entretenimiento de los actores y para desgracia del público. La ciudadanía votante está advirtiendo que Vox molesta a muchos y por eso más le votarán y mucho más ante el papel de víctima que le están otorgando y que suele provocar aumento de respaldo. Adelante Andalucía, la formación que une a Podemos e IU y que apenas ha hecho un balance serio de su retroceso a pesar de la unión de dos fuerzas que en principio se presentaba y unían como alternativa en la izquierda y que solo han conseguido retroceder, hizo espectáculo circense muy al estilo podemita, chupa de cuero incluida, que a estas alturas resulta grotesco. Para eso no estamos, las situaciones hay que enfocarlas y negociarlas de otro modo y dejar el tremendismo para asuntos de verdadero calado social.

Y lo va a ser porque, nadie lo olvide, por primera vez en 36 años la primera fuerza de la oposición se llama Partido Socialista de Andalucía y dos formaciones con los pies de barro como PP y Cs, con el apoyo de Vox, entran en una Junta de Andalucía hostil y todos saben lo difícil que es lidiar con una administración hoy sin que sea hostil, mucho más con una enorme que de entrada lo va a ser. Y lo va a ser porque está construida con los ladrillos del PSOE y ahí dentro hay mucho votante suyo y el partido de Susana Díaz, además y por tanto, la conoce bien, la puede casi manejar desde fuera gracias a su relación con técnicos, funcionarios, gabinetes, empresas públicas e incluso un Canal Sur donde estos días los sudores, al tensión contenida y las malas caras circulan por cada pasillo. Todo ello, mucho melón por abrir. Canal Sur, dirigida por un Joaquín Durán a quien todos ven fuera a la primera de cambio y razones no les faltan porque es insostenible ante los niveles de audiencia que ofrece y los costes que genera, tiene una plantilla con una media de edad que supera los 52 años y de los 1.600 empleados solo uno, uno, es menor de 30 años. Uno. Que el PSOE haga una oposición dura y aproveche tanto el conocimiento de la administración que tiene como los recursos por haber estado gobernándola durante tanto tiempo es algo absolutamente legítimo, ¿quién no lo haría? Son la reglas que ofrece la democracia, esa misma que posibilita que Vox jure su cargo por España y se siente con pleno derecho en la cámara en representación de aquellos que les han votado y, por añadidura, intente hacer valer la fuerza de sus doce sillones parlamentarios. En su derecho democrático está.

Lo normal que es que tras el acuerdo ya cerrado entre PP y Cs referente al reparto del gobierno y de cómo funcionará este, con medidas contundentes de entrada y posiblemente incorporación de alta alcurnia para trasladar al ciudadano una sensación de fortaleza y cambio, se desencadene una catarata de consecuencias con nombramientos, alteración de las listas e inicio de una campaña para las municipales que arrancará nada más pase la Navidad porque en junio hay elecciones, se resuelven los ayuntamientos y las diputaciones y ese momento será clave por cuanto sabremos si la tendencia en el voto hacia el cambio es flor de un día, si Vox también logra entrar en los ayuntamientos o si este pacto de los partidos de la derecha se extiende a las administraciones locales. Sea como fuere, lo que está sucediendo representa un cambio de tendencia y aquellos que no hacen el más mínimo esfuerzo por trasladar una autocrítica real deberían asumir que la culpa de que el lectorado cambie solo la tiene quienes estos años no han sabido conectar con la gente, cumplir lo que prometieron o renovarse de verdad ante muchas situaciones gravosas, corrupción al frente. 

Acaba el año y para qué hacer balances, quizás el mejor resumen lo ha hecho este electorado que tan desubicados tiene a los llamados demócratas. Esa palabra que abarca tanto y que, en general, todos aplican de manera conveniente y mal.

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