El paternalismo es una patología moral de sociedades democráticas inmaduras, que se da cuando los electores asumen que los elegidos, los líderes elegidos, ejercen una cierta tutela sobre ellos. Algo de esos se ha visto durante años en Andalucía con los socialistas, durante décadas más bien, y algo de eso se ve en Málaga con el alcalde, Paco de la Torre. No se trata de cuestionar el mérito o el prestigio del alcalde de Málaga, a quien nadie le discute ni su curriculum, ni su balance, ni su jerarquía de notable. Pero ¿hasta el punto de concluir que no se puede confiar en ningún otro candidato? Porque eso es lo que a menudo se oye estos días en la ciudad.: “O votas a Paco o no hay nadie más”. Y el argumento se repite, no ya en su partido, sino por doquier, en cofradías, en el movimiento vecinal, y, en definitiva, en la calle.
Insisto: esto no habla mal de Paco de la Torre, sino de quienes piensan así. De hecho, el paternalismo tiende a darse en sociedades poco maduras. Kant precisamente identificó la ilustración como ‘la mayoría de edad’ del ser humano. Atrévete a saber … era su lema. Piensa por ti mismo y no deposites la responsabilidad en otros, como si estuvieras en minoría de edad, como si fuese una sociedad en minoría de edad que necesita un líder que ejerza de padrecito.
¿Recuerdan ustedes a Balaguer, el longevísimo mandatario dominicano? El eslogan indisimulado allí era: ‘Lo que diga Balaguer’. Habría que preguntarse si aquí no se está practicando ‘Lo que diga Paco’. El paternalismo tiene mucho que ver, claro, con perpetuarse demasiado en los cargos. El alcalde quizá debió considerar que en 2015 ya había superado los límites razonables; pero desde luego en 2019 no tenía sentido, para superar veinte años en el cargo al borde cumplir los 80. Y en todo caso, esto debería suscitar una actitud crítica, no el paternalismo de tantos ante su Papasito De la Torre. Ese planteamiento no está a la altura del alcalde, ni debería estar a la altura de esta sociedad.
