Por fin ha terminado el culebrón electoral, y ahora toca hacer balance. ¿Qué hemos sacado en positivo de todo esto? Pues a todas luces una única cosa: no va a gobernar la ultraderecha. O ese es al menos el resumen que nos ofrece un PSOE triunfal y victorioso: hemos frenado a la ultraderecha. Y es rigurosamente cierto, no va a gobernar la ultraderecha, pero, ¿por qué nos dicen que la han frenado ellos precisamente? ¿Ha sido en un duelo a florete? Pues no, básicamente es porque los han votado a ellos en vez de a VOX o a sus compinches, es decir, el acto heroico y salvífico del PSOE ha sido conseguir que la gente los prefiera a un gobierno con VOX. ¡Qué maravilla! ¡La gente nos prefiere a VOX!
Si lo piensan, vender eso como un triunfo es tan ridículo como parece. Primero se pasan meses amenazándonos: “O nos votan o llegará al poder el monstruo fascista”, y luego, cuando los votan, salen al balcón lanzando vítores “nos han preferido a nosotros, ¡qué buenos somos!”. Pues sí, es cierto que son mucho mejores que el monstruo, pero eso no quiere decir que no sean una auténtica mierda. Máxime cuando todo apunta a que la razón principal para votarles fue tan solo evitar que el monstruo llegara al poder, es decir, evitar el mal mayor, pero que muy mayor. Y eso no parece que sea para estar orgullosos. Lo que es motivo de orgullo es que te elijan sin que la alternativa sea la invasión de los fascistas. Y no ha sido el caso, su gran mérito ha sido tan solo ser mejores que lo peor de lo peor, y eso por los pelos.
Sin ir más lejos, en Andalucía, su granero por excelencia, la derecha ha sumado más que la izquierda. Y quizá deberían tratar de aprender una lección de eso, entre abrazo y abrazo. Ustedes no han frenado a VOX, sino que VOX ha frenado el trompazo monumental que se iban a dar, y que además merecían darse. El PSOE no ha hecho más que usar el viejo truco de alimentar un monstruo para ganar unas elecciones. Y sí, les ha salido bien, ya tienen su victoria. Y nosotros otro monstruo gordo más.
