El presidente de Uruguay, José Mujica, ha recibido el Premio Libertad Cortes de Cádiz, en un acto en el que ha lamentado que la humanidad viva "en una civilización automatizada" que "no manejamos nosotros" y en el que ha apostado por que las personas recuperen su tiempo, su libertad y su felicidad.
José Mujica es el quinto galardonado con este premio que la ciudad de Cádiz, donde se promulgó la Constitución de 1812, instituyó para reconocer a las personas que destacaran por su trabajo en pro de la fraternidad de la comunidad iberoamericana y de la conquista del artículo 13 de aquella primera Carta Magna, que señalaba que el objeto del Gobierno es "la felicidad de la nación".
Tras el expresidente de Colombia, Álvaro Uribe, el expresidente de España, Adolfo Suárez; el expresidente de Brasil, Lula da Silva, en 2011, y el pasado año, cuando se conmemoraba el Bicentenario de la Primera Constitución de España, el rey Juan Carlos, el premio Libertad Cortes de Cádiz ha distinguido este año al presidente de Uruguay, que hoy ha recibido el galardón en la Casa de Iberoamérica.
Mujica es un hombre "dueño de sí mismo", "libre" y cuya vida, desde su paso durante catorce años por la cárcel a la presidencia del Gobierno de su país, ha consagrado a construir "una sociedad más justa y humana", según ha destacado en el acto el secretario general Iberoamericano, Enrique Iglesias.
Jose Mújica (Montevideo, 1935) ha agradecido el premio con un discurso en el que se ha definido como "un enamorado de la Tierra", que aún piensa que el hombre "tiene capacidad para crear y conducir un mundo mejor".
Por eso ha invitado a la humanidad a "repensarse" porque, según ve, los seres humanos, embaucados en los "espejismos" del consumismo, han perdido la noción de que "estar vivo es un milagro" que hay que disfrutar "con tremenda intensidad".
"Si es un milagro, no hay que malgastarlo", ha subrayado para apuntar que "el tiempo de la vida" es por eso "lo más importante" y su inversión en esas "cosas viejas y eternas" como "el amor", "los hijos", "los amigos" y "alguna chifladura", la vara de medir la libertad de que dispone una persona y su felicidad.
"Yo sé que el mundo anda en otra cosa", ha añadido el presidente uruguayo, al que no le gusta que se le conozca como el mandatario "más pobre" del planeta porque "pobres son aquellos que precisan muchas cosas" y él aprendió en la cárcel a "vivir con poco" y a "galopar hacia adentro".
Y sobre todo una lección que hoy ha querido ofrecer a los más jóvenes: "lo más grande de la vida es volver a empezar. Cada fracaso, en todos los órdenes de la vida, es siempre una oportunidad de reconstruir lo mejor".
El presidente uruguayo ha subrayado que para construir un mundo mejor es fundamental que haya "conocimiento y cultura para todos" porque la población que carece de estos recursos pierde "la oportunidad" de aspirar a su propia felicidad.
En su discurso, José Mujica se ha referido también a Cádiz como un símbolo de la histórica unión entre España y Latinoamérica, una zona que ha definido como "una patria que está por hacerse".
Y ha alabado a la España "forjadora" y "sembradora" que ha contribuido a lo largo de la historia a construir una "raza común" con Latinoamérica,
Una vinculación que tiene uno de sus mayores ejemplos en las murgas uruguayas, una "expresión artística profunda" que hoy se extiende "por el mundo".
Mujica ha recordado que las murgas nacieron hace unos cien años cuando una compañía de teatro de Cádiz, "La Gaditana", tuvo que cantar por las calles de Montevideo porque, tras arruinarse en su periplo americano, necesitaba dinero para volver a España, una historia que refleja las idas y vueltas con las que se ha formado la comunidad iberoamericana.