A mediados de febrero, el Pleno del Congreso de los Diputados aprobaba por unanimidad una proposición no de ley del PNV para instar al Gobierno a endurecer las penas para los pederastas en el Código Penal y, además, elevar la edad mínima para mantener relaciones sexuales consentidas.
En el resto de países de la Unión Europea la edad límite oscila entre los 15 y los 16 años, momento en el que el adolescente está, al menos en teoría, psicológicamente más maduro para entender lo que supone el sexo, y las consecuencias que puede tener. Un convenio del Consejo de Europa, no ratificado por España, recomienda esas mismas edades.
“Trece años es demasiado precoz, totalmente inadecuada”, apunta Emilio Olabarria, defensor de la iniciativa parlamentaria del PNV ante el Pleno del Congreso. “La edad es, en estos temas, una cuestión cuanto menos vidriosa, y fijar un límite hasta cierto punto arbitrario; pero es necesario”, insiste el diputado en declaraciones a Efe.
Olabarria plantea “una reflexión profunda” y aconseja que, antes de tomar una decisión, el Gobierno pida opinión a psicólogos, sexólogos, psiquiatras o docentes, entre otros profesionales. Elevar dicha edad “debe hacerse con el máximo consenso”, insiste.
SUMA PRUDENCIA
“Admitiendo que las modificaciones legislativas son lógicas y necesarias a la vista de la evolución constante de la sociedad, y de la aparición de nuevas o distintas conductas, lo cierto es que deben hacerse con suma prudencia al tratarse de normas de prohibición desarrolladas dentro del ámbito del Derecho Penal”, advierte a Efe la juez de menores María Jesús Millán de las Heras.
Fijar la edad a la que hace referencia el artículo 180.3 del Código Penal (13 años) “debe tener en cuenta –añade la juez– las distintas conductas que se pueden ver afectadas”.
“No es infrecuente, dentro de la forma de actuar habitual de los adolescentes –continúa–, que formen parejas antes de la mayoría de edad (a los 14, a los 15) y que mantengan relaciones sexuales con pleno conocimiento de sus progenitores. A veces se da el caso de que, incluso, los recogen para convivir como pareja en el domicilio familiar”.
Por ello, apela a la necesidad de tener en cuenta “todas aquellas conductas que, existiendo y estando consolidadas en nuestra sociedad, se pueden ver afectadas a fin de evitar convertir en ilícitas situaciones que hasta el momento son permitidas y no se ven como tal”.
A la titular del juzgado de menores número 4 de Madrid le llama la atención que “este tipo de modificaciones” contraste “con otras, como la de permitir a las menores de 16 años prestar su consentimiento para abortar sin autorización paterna”, como prevé el Gobierno en su propuesta de modificación de la legislación del aborto.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) manejados por el Ministerio de Sanidad, de cada 1.000 abortos practicados en 2007, el 13,79% fue en chicas de hasta 19 años, más del doble que en 1998, cuando fue del 5,7%.
Ese mismo año, también según el INE, hubo en España casi medio millón de nacimientos. En 148 casos la madre tenía menos de 15 años, 516 habían cumplido 15, 1.319 tenían 16 y 2.673 un año más, 17.
Los estudios oficiales apuntan a una edad media de inicio en el sexo de 16,5 años en el caso de los chicos y de 16,9 en las chicas. Pero disminuye a pasos agigantados.
EMBARAZOS NO DESEADOS
Según el último Informe sobre la Juventud en España (2008), el 83,3% de los embarazos no deseados en chicas de entre 15 y 17 años se resolvió con un aborto, espontáneo en el 50% de los casos y “por otros motivos” en el 33,3%.
Datos todos ellos que hablan de un problema complejo. “La sexualidad ha de ayudar a crecer paulatinamente como personas responsables y libres. Estar maduro biológicamente no quiere decir que se haya madurado psicológicamente. Esto es lo que sucede en muchos adolescentes: muy desarrollados físicamente, pero todavía inmaduros”, comenta a Efe el psicólogo y pedagogo Valentín Martínez-Otero.
A este profesor de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense le parece bien que se eleve la edad legal en la que un menor puede practicar sexo consentido, si bien entiende que un adolescente a los 14 años, y “menos a los 13”, es fácil que no esté maduro para ello. “Puede ayudar la medida, aunque no sea una garantía plena”, insiste.
GRADO DE MADUREZ
José Antonio Luengo, secretario general del Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, además de psicólogo, ve complicado acertar con la edad. “Depende del grado de madurez. Hay adolescentes con 14 años muy maduros y chavales con 17 que no lo son tanto”, comenta a Efe. En cualquier caso, los 13 es “una edad excesivamente baja”.
“No entiendo que siga siendo así y que la responsabilidad penal esté fijada a los 14, la misma edad legal a la que un adolescente puede contraer matrimonio; o que esté por debajo de la necesaria para lograr la emancipación o comenzar a trabajar (16). Tampoco se entiende que sea así y que para conducir o votar se necesite haber cumplido los 18”, añade. “Cualquier solución generará siempre dudas”, recalca.
Luengo tiene claro que “por encima” de los 16 un chaval o una chavala, en circunstancias normales, está suficientemente maduro para aceptar relaciones sexuales con un adulto, si bien le genera dudas una diferencia de edad importante en la pareja “que puede tener consecuencias a tener en cuenta”.
Ese desequilibrio preocupa al sexólogo Carlos San Martín, presidente de la Asociación para la Promoción Integral de la Salud Sexual, quien confirma que una relación “entre iguales”, entre jóvenes más o menos de la misma edad, no tiene las mismas consecuencias que cuando hay una diferencia de edad importante. “Son relaciones más desequilibradas, en las que existe riesgo de manipulación y de daños”, advierte.
En cualquier caso, califica de “apropiada” la decisión de elevar la edad. “¿Hasta donde?”, se pregunta. “Es difícil establecer el límite, porque cada menor tiene un nivel diferente de madurez. En torno a los quince o los dieciséis sería lo correcto”.
Lo mismo piensa Guillermo Cánovas, presidente de “Protégeles”, organización que promueve la protección del menor, si bien opina que a esas edades “nadie está preparado para ser madre o padre”.