La pensión donde se alojaba cierra sus puertas definitivamente y en el Ayuntamiento, según dice, "sólo me hacen ir de un sitio a otro pero no me dan solución".
“Sin respuesta. Nadie me ha llamado y nadie quiere saber nada de mí. Me duele el pecho, estoy desesperada y van a conseguir que cometa una locura”. Así se desahoga Elisa Reyes después de estar todo el día de hoy esperando la llamada de los Servicios Sociales de la ciudad, después de que el alcalde, José María González, llamara por teléfono pidiendo que se le atendiera.
La pensión en la que se ha quedado Elisa estos días ha cerrado sus puertas definitivamente, y hoy por la tarde ella recogía sus cosas. Primero acudió a la asistenta, esperó al alcalde y a la concejala de Asuntos Sociales, Ana Fernández, en la puerta del Ayuntamiento, y después fue a Procasa, pero no encontró solución alguna. Mañana volverá a la Casa Consistorial.