Socialistas, comunistas, independentistas y nacionalistas... Una ristra de “istas” que a lo único que nos va a conducir es a aumentar las listas de desempleo, que es lo que ocurre cada vez que sube al poder uno de estos gobiernos que se llaman a sí mismos progresistas. Se olvidan de la única palabra que termina en ‘ista’ que es fundamental para el desarrollo de una sociedad, la lista del paro, porque se quedan en los sufijos, en las denominaciones, en las etiquetas que ellos mismos se reparten. Éste es el Gobierno de coalición que nos presentan, un gobierno de “gran angular” por lo mucho que les interesa la foto y la pose y por la necesidad de ampliar el marco para que quepan todos, los 22 ministros y el presidente Pedro Sánchez, un presidente sin palabra porque la suya la ha empeñado al engaño y a la ocultación.
Tardará mucho tiempo en olvidarse, al menos en lo que a mí respecta, la tensión vivida durante el debate de investidura, con los sentimientos arañándonos el estómago mientras asistíamos a aquel espectáculo lamentable desde el escaño. Todo era tan burdo, tan falso, que le pedían el apoyo para un “gobierno social y de igualdad”, a aquellos que han querido romper España en estos más de cuarenta años de democracia, los independentistas. Es una burla que justo sean los partidos que abogan por una desigualdad histórica entre españoles, dependiendo de dónde haya nacido cada uno, los que hayan apuntalado este Gobierno de Pedro Sánchez. Ya se lo dijeron a la cara en el Congreso, lo que pase en España, lo que le pase a los españoles, les importa “un comino”, de modo que ya le pasarán la factura que, desde luego, no vamos a pagar los andaluces ni vamos a tolerar los españoles.
En esos primeros debates de la investidura, como a Pedro Sánchez sólo le interesaba llegar a la Moncloa, el presidente se ha limitado a agachar la cabeza. Yo lo veía desde mi escaño y lo único que pensaba es que va a tener que pasarse toda la legislatura igual, si quiere durar en el cargo. La legislatura del avestruz, podemos llamarla ya. Pero eso sólo le afecta a él. En el Grupo Popular, como principal partido de la oposición y única esperanza de cambio de esta inquietante realidad, no vamos a callarnos nunca. Lo de agachar la cabeza no está hecho para nosotros, no somos de esa pasta. La tensión vivida en el hemiciclo, cuando los proetarras subían a la tribuna, fue fruto del dolor inmenso que le hicieron pasar a la sociedad española y por el que ni siquiera quieren pedir perdón. Como si a alguien le pinchan en la cicatriz de una herida que aún está sanando, el dolor de ETA todavía se siente y no vamos a parar hasta que detengan a todos los culpables de los asesinatos que están por esclarecer. Tensión, por tener que escuchar que, en España, existen presos políticos, y al flamante presidente, agradecer acto seguido la intervención.
No, no seremos nosotros, los diputados del Grupo Popular, los que bajemos la cabeza en esta legislatura del avestruz. Como la sociedad española, que venció con sus manos blancas el régimen de terror que pretendían sembrar los asesinos, nos levantamos entonces y lo volveremos a hacer ahora que intentan hacernos creer que lo mejor es que nos olvidemos de todo lo que hemos pasado. Como en la vida, aquello que nos cuesta más esfuerzo y trabajo conseguir es lo que más valoramos. El amor y la defensa de nuestra democracia está íntimamente asociada a quienes han perdido la vida defendiéndola. Su memoria es nuestra dignidad.