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Miércoles 27/11/2024
 

Campo de Gibraltar

Registran en el Estrecho varamientos masivos de sifonóforos

Un proyecto, en el que participa el colegio María Auxiliadora, de Algeciras, detecta la presencia en tierra de uno de los organismos marinos más largos

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  • Nectoforo de Abylopsis tetragona. -

Investigadores del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía y el Instituto de Ciencias del Mar (Barcelona), ambos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en colaboración con el profesorado y alumnado de Bachillerato del colegio María Auxiliadora, de Algeciras, han detectado por primera vez la presencia masiva en tierra de ejemplares concretos de sifonóforo calycophoran, una especie de animal marino que habitualmente se localiza mar adentro. Se trata de un varamiento singular en este caso específico por la cantidad ingente de organismos que lo componían y por la zona en la que se han localizado, ya que esta especie suele habitar en aguas más profundas alejadas de la orilla.

A partir de este hallazgo, enmarcado en un proyecto de ciencia ciudadana para concienciar de la importancia de la vida en los océanos a las personas que viven cerca del mar, han creado el primer registro de un acoplamiento masivo en superficie de esta especie. Es decir, han analizado la aparición conjunta de un gran número de estos animales marinos varados en la orilla del mar.

Los sifonóforos pertenecen a los cnidarios -como las medusas, las anémonas de mar, las hidras y los corales-, y están formados por múltiples unidades llamadas zooides. Se les considera parte del zooplancton oceánico y se caracterizan por su longitud, que puede alcanzar en algunos casos los 40 metros. Otro rasgo singular que los define es su aspecto gelatinoso y su capacidad para cazar utilizando nematocistos, una especie de cápsulas rellenas con un veneno y un arpón que se dispara al rozarse con ellos. Tienen otra particularidad relacionada con su forma de vida, ya que lo hacen en colonias nadando en los primeros 200 metros de la columna de agua templada en océanos y el Mar Mediterráneo. La más conocida es la carabela portuguesa, si bien los científicos han llegado a identificar unas 175 especies.

El hecho de que hayan aparecido diferentes acoplamientos a orillas del mar llevó a los investigadores a estudiar este fenómeno, cuyas conclusiones se recogen en el estudio titulado First record of beaching events for a calycophoran siphonophore: Abylopsis tetragona at the Strait of Gibraltar, publicado en la revista Marine Biodiversity.

Para ello, durante cuatro meses los científicos y estudiantes acudían a diario a dos playas del Campo de Gibraltar -Getares y Paloma Baja-, de condiciones similares y bañadas por aguas de las dos orillas del Estrecho de Gibraltar para comprobar si el viento había depositado en la superficie ejemplares de sifonóforos, de los que llegaron a encontrar hasta 200 ejemplares varados en la playa.

La vida fuera del agua de estos animales es efímera, por lo que una vez localizados se recogieron muestras para realizar su identificación taxonómica en el Instituto de Ciencias del Mar (Barcelona), también del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, donde lo catalogaron como Abylopsis tetragona. “La identificación morfológica de esta especie es inconfundible debido a la forma característica de dos nectóforos, estructuras locomotoras que tienen uno delante y otro detrás.”, matiza a la Fundación Descubre la investigadora del Instituto de Ciencias Marinas Laura Prieto.

En ambos lados del Estrecho
El primer acoplamiento masivo fue en la playa de Getares a finales de noviembre de 2014, donde se localizaron más de 700 ejemplares. Se produjo coincidiendo con varios días de fuertes vientos del Este. “Esta es una playa de arena con un perfil típico de playa de invierno en el tiempo de la varada. Durante los 15 días previos a este episodio, los vientos procedían del Oeste y las imágenes de satélite mostraron agua fría en la zona costera de Bahía de Algeciras. Tras estas condiciones climatológicas, encontramos colonias de sifonóforos repartidas por la orilla a lo largo de 400 metros junto a algas rojas Asparagopsis armata”, detalla Prieto.

Dos meses después, concretamente a mediados de enero, se produjo el segundo acoplamiento en la playa de Paloma Baja. “En este caso, fue en Tarifa durante un día sin viento y justo después de 3 días de fuertes vientos del Este. Aparecieron unas 170 colonias extendidas por unos 550 metros a lo largo de la costa y, en este caso, no se encontraron otros organismos. La principal diferencia con el anterior varamiento es que en este caso no se registraron vientos del Oeste antes del episodio”, apunta la responsable del estudio.

Tras analizar los ejemplares, los científicos comprobaron que en ambos acoplamientos las colonias varadas eran de tamaño relativamente grande y probablemente eran individuos adultos en estadios asexuales. “Este detalle resulta interesante porque podría indicar la composición de hibernación de las poblaciones de este grupo de sifonóforos en esta área concreta”, recalca Prieto.

Según los expertos, los varamientos de zooplancton gelatinoso a lo largo de las costas son un fenómeno natural y relativamente común fuertemente influenciado por la dirección y energía de los vientos dominantes. “Hasta ahora, nunca antes se había tenido constancia de acoplamientos de estas características en la orilla del mar, pero la especie A. tetragona fue encontrada varada justo después de 3 días de fuertes vientos del este, que podrían haber sido uno de los responsables de este varamiento y promoviendo la acumulación de estas poblaciones a lo largo de la columna de agua a las capas superficiales”, explica la científica del CSIC.

Con estas conclusiones, los expertos aportan nuevos datos a una especie marina de la que aún se desconocen muchos aspectos. “La observación y análisis de estos eventos nos ha permitido disponer de más datos sobre estos acoplamientos a pie de playa: si son habituales o no en la zona del Estrecho de Gibraltar, así como el hecho de saber si son episodios estacionales”, comenta Prieto.

Otro aspecto que interesa a los expertos es su influencia y repercusión en la cadena alimenticia, puesto que las medusas apenas han variado a lo largo de los siglos pero sí sobreviven en zonas donde otras especies del mismo nivel trófico no lo han hecho frente a la acción humana. “Lo que sí tenemos claro es que no afecta a los ecosistemas y tampoco a los bañistas”, adelanta Prieto.

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