Llegaron, vieron y vencieron. Vetusta Morla actuó el pasado viernes en Chiclana ante unos tres mil entregados seguidores que disfrutaron de principio a fin del espectáculo que la banda madrileña ofreció en las dos horas que duró su actuación.
Un espectáculo de presentación de su último trabajo, La Deriva, que se plasmó en una puesta en escena cuidadísima y un despliegue musical de gran calado que arrastró a sus fans a lo largo de la noche. Cabe reseñar la solidez, generosidad y originalidad de una banda que se reafirma día a día dentro del panorama del rock alternativo y que tiene ante sí un futuro más que prometedor, habida cuenta que su trayectoria nos deja ya tres discos de alta calidad con un inconfundible sello y una creatividad envidiable.
Arrancó la actuación con el tema La Deriva, que abre el último trabajo del mismo nombre. Y solo con ver a Pucho, baquetas en manos, supimos los presentes que aquello iba a merecer, y mucho, la pena. Luces, músicas y ritmos de guitarras que nos llevaban en volandas; teclados y acordes prodigiosos, sin olvidar un poderoso timón a la batería de la mano de David el Indio , que lograba una y otra vez llevar a buen puerto La Deriva. El arranque fue muy fuerte, a toda vela, a La Deriva siguieron temas tan relevantes como Golpe Maestro, Fuego o Pirómanos que encendieron al público casi de modo automático. Una parroquia que cantaba, gritaba y se entregaba a cada estrofa, a cada golpe de guitarra, a cada compás.
Cabe señalar que Juan Pedro Martín -“Pucho”-, Álvaro, Guille, Juanma, Jorge y David el Indio, forman una tripulación tremendamente conjuntada y así lo siguieron demostrando a medida que el concierto avanzaba. Con Pucho volcado, gesticulando y retorciéndose en cada sonido, en cada nota, continuaron ofreciendo temas míticos como Lo que te hace grande, Un día en el mundo o el genial Maldita Dulzura. Los presentes, en el campo de fútbol de Chiclana, respondían acompañando y cantando, apretándose entre saltos y movimientos cadenciosos, arrastrados por el sexteto que desde el escenario emitía señales que hacía que la conexión entre público y banda fuera casi perfecta. Más adelante, llegaría esa perfección.
Con Cuarteles de Invierno y La Grieta los madrileños daban una vuelta de tuerca más al ambiente y con Mapas, más o menos a mitad de actuación, el delirio alcanzaba a la mayoría de los congregados. Cuando los acordes de Copenhague se hicieron notar, la fusión se hizo total y el grupo de Tres Cantos daba un paso más en esa conexión con unos fans entregadísimos.
Llegaron la ineludible Valiente, la original y rítmica Tour de Francia (con final en Conil) y la emblemática Cuadratura del Círculo que hizo que la Fiesta fuera aún Mayor. Fue la guinda antes del bis. Un bis que hizo terminar “in crescendo” el concierto, con El hombre del saco, o el mítico Sálvese quien pueda. La perfección llegó, materializada en el inmortal Los días raros que hizo vibrar y emocionarnos a todos entre saltos y abrazos. Sirvió para poner el colofón a un concierto sublime, de sombrerazo, en un directo excepcional de Vetusta Morla. Sin lugar a dudas, hay esperanza en “La Deriva”, en tantas y tantas derivas que vivimos hoy, tal y como señalaba Pucho al final del concierto. Cada cual que tome sus medidas. Ojalá, Vetusta Morla, vuelva muy pronto por Cádiz o la provincia.