Córdoba celebra desde este viernes y durante una semana la VII edición del Festival Internacional de la Flores de Córdoba 'Flora 2024', una cita referente en todo el mundo del arte floral en que se dan cita los mejores artistas de todo el planeta y que muestra que esta disciplina artística es "una forma de esculpir con materia vegetal".
Así lo destaca en una entrevista con EFE la directora de Flora, María Van den Eynde, quien con la "tensión" de las últimas horas de montaje de unas "instalaciones espectaculares" aventura una edición única con la presencia de una selección de artista "muy cuidada", una afluencia de público muy importante y decenas de actividades paralelas en las que la ciudadanía cordobesa es "protagonista".
Este año, la organización de Flora ha podido contar con artistas del máximo nivel como la canadiense Coyote Flowers, que exhibirá su obra en el Palacio de Viana; la alemana Carolin Ruggaber, en el Palacio de Orive; el colectivo de Singapur This Humid House, en la Diputación de Córdoba; el español Eugenio Ampudia, en Vimcorsa, y la estadounidense Emily Thompson, en el Patio de los Naranjos de la Mezquita-Catedral de Córdoba.
"Seguimos teniendo muchos artistas todavía en la recámara y Flora tiene para largo", subraya la directora del Festival, que precisa que "todos los grandes se muere por estar en Córdoba" y si por agenda no les ha sido posible "piden que se les reserve un sitio para el próximo año", lo que da una idea la "importancia del evento desde el punto de vista internacional".
Materia vegetal como material de trabajo
Van den Eynde recuerda que Flora es "el primer y de momento único festival en el mundo que habla de arte floral, no desde un punto de vista decorativo", sino que trata de contar que la materia vegetal "es un material más de trabajo para artistas contemporáneos". Una idea que ha contribuido decisivamente a que "se entienda el arte floral contemporáneo casi como una manera de esculpir con material vegetal".
El proyecto de Flora, ideado por la organización Zizai Cultura para la ciudad de Córdoba y que cuenta con el apoyo económico del Ayuntamiento y la Diputación provincial, aprovecha el inmenso legado "patrimonial y cultural" de la ciudad y trata de, mediante el arte floral, dar una "respuesta contemporánea" a esta disciplina artística.
Y el apoyo de la ciudadanía de Córdoba "es abrumador", lo que ha permitido al festival seguir creciendo en cada edición hasta lograr este año articular "más de 100 actividades paralelas", muchas de ellas incluidas en el "programa off" y que están diseñadas "directamente por la gente", desde levantar un mercadillo en una plaza, hasta decorar escaparates de los comercios o crear menús concretos en los restaurantes.
Pero la simbiosis de Flora con Córdoba va más allá de su ciudadanía y los imponentes espacios patrimoniales de la ciudad son el escenario perfecto para los artistas para desarrollar sus creaciones. "Dentro de las actividades paralelas destacaría el homenaje que se le hará a Julio Romero de Torres" con motivo del 150 aniversario de su nacimiento y en que la asociación de Corpus Christi de Del Concello de Ponteareas de Galicia realizará una alfombras floral junto al museo del pintor cordobés.
Vivir en comunidad con las plantas
Además de una expresión artística, Flora también se ha convertido en un espacio de reflexión y el lema de este año "Multiespecie" pretende incidir en la idea de "dejar atrás lo que se llama el Antropoceno" y empezar a entender que "debemos vivir en comunidad, no solo entre nosotros como seres humanos, sino con las plantas, con los animales, con los microorganismos o con todo el planeta".
"Es un tema bastante amplio, muy sugerente y que cada artista y cada actividad que hay presente en flora este año lo ha cogido de una manera", destaca Van den Eynde.
Y el crecimiento del festival también se ve en su duración, ya que este año se cuenta con "un día más" ya que "no se podía desmontar las instalaciones el día de San Rafael, que es sagrado en Córdoba", un día festivo en la ciudad que "aprovechan toda la gente que está trabajando para venir a ver el festival".
Pero no solo poder contemplar las instalaciones, sino que toda la ciudadanía se vuelca en el desmontaje para hacer la tradicional "guerrilla de flores" y posteriormente poder llevarse el material vegetal que desean a su casa.
"Podemos decir que Flora tiene tras vidas. Primero la vida de las de las instalaciones, segundo la vida que hay en las instalaciones de la guerrilla, y tercero cuando esa gente se lleva esas plantas y esas flores a su casa, algo mágico que Flora esté en sus cabezas todo el año" y hasta la siguiente edición concluye Van den Eynde.