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Miércoles 27/11/2024
 

San Fernando

"Se dicen cosas tan tremendas, tan indocumentadas que al final digo, que les den morcilla"

El director del Archivo Histórico de Euskadi, Francisco de Borja Aguinagalde Olaizola, analiza la conmemoración del V Centenario de la expedición de Mallaganes

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  • Francisco de Borja Eguinagalde Olaizola. -

El V Centenario de la primera vuelta al mundo ha pasado sin pena ni gloria, entre pandemias y otras cuestiones y al final no ha sido más que una efeméride que se encontraron delante y para la que nadie estaba preparado.

 

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En el tiempo que ha durado ha habido mucha más desinformación que información porque para los españoles y para la historia en general Juan Sebastián de Elcano no es más que un “extraterrestre” en lo que al conocimiento de su persona se refiere.

Y finalmente, ha habido poca investigación por parte del historiadores de verdad y mucho intrusismo, porque han publicado libros sobre el marino de Guetaria desde aficionados a la historia hasta ginecólogos y con propuestas sacadas más de una lógica basada en suposiciones que de daros fehacientes que pudieran arrojar luz sobre la gesta en general y los personajes que la hicieron posible.

Esas fueron las conclusiones de entrada del director del Archivo Histórico de Euskadi, Francisco de Borja Aguinagalde Olaizola en la conferencia titulada Juan Sebastián de Elcano y la circunnavegación. Un aniversario de luces y sombras pronunciada en la Real Academia de San Romualdo dentro de las actividades del curso 2021-2022. Fue presentado por el doctor en Historia y académico Juan Torrejón Chaves, quien dio a conocer el extenso currículo del conferenciante.

“Hay un intrusismo que no aporta nada, que confunde al ciudadano que quiere conocer el pasado. No se puede investigar sin conocer el contexto, por que un chaval se echa al mar en aquellos tiempos…”

En resumen, no se ha publicado nada interesante que no sean elucubraciones sobre lo que ya había escrito, muchas suposiciones y muchas mentiras, pero nada digno de tener en cuenta. “Se han encontrado con esto y se han preguntado ¿qué decimos? ¡Ah, pues no sé; lo que sea”. Y se han dicho “muchas chorradas”. "Se dicen cosas tan tremendas, tan innecesarias y tan indocumentadas que al final digo, que os den morcilla". Por no hacer, ni siquiera se ha reproducido el retrado original de Juan Sebastián de Elcano.

Con eso apunta no sólo a los osados que han escrito libros o se han atrevido a formar publicaciones de tal tenor, sino también a las Administraciones que se encontraron el V Centenario con los pantalones bajados. Y obviamente, el resultado ha sido el único que podía ser. Cuatro cosas buenas y veinte malas.

Hay que tener en cuenta que Francisco de Borja Aguinagalde Olaizola es hoy en día la primera autoridad en la gesta de Magallanes y Elcano, a la que llegó de rebote, pero profundizó en ella tomando como referencia el contexto, la cotidianeidad -por ejemplo, la información de todo tipo que tienen los libros de cuentas de un viaje por mar- y viendo y estudiando a fondo documentos originales -alguno descubierto por él- que no había consultado ningún historiados desde la Primera Guerra Mundial. Porque hay documentos que cada vez que una persona lo consulta queda plasmado su nombre.

Mirándolo desde todos esos puntos de vista, algunas de las conclusiones a las que llega Aguinagalde es que la primera circunnavegación no tuvo importancia histórica ninguna en la corte de Carlos I, entonces en Valladolid, sencillamente porque en aquellos tiempos -de ahí la importancia del contexto- lo que se miraba era el resultado económico de la empresa. Y ese resultado económico fue lo comido por lo servido.

Obviamente, luego sí tuvo sus beneficios y se le atribuyó -con los siglos- la gran importancia que ahora se le da como la primera globalización de la Historia, pero para el emperador y los nobles de la corte, hechas las cuentas, sólo supuso el hecho de que la misión había concluido y supuso para Elcano una serie de prebendas que en muchos casos no llegó a cobrarse y que sus descendientes estuvieron reclamando durante años.

El papel de Pigafetta

Otra de las cuestiones aclaradas es el papel de Antonio Pigafetta en la crónica de los hechos, que se toman al pie de la letra por parte de algunos historiadores. El noble italiano era un intelectual y en la expedición el único par con que contaba era el portugués Fernando de Magallanes, porque todo el resto de la expedición era de un nivel intelectual de bajo para abajo, entre ellos Elcano. 

Pigafetta no iba allí de cronista de los hechos a modo de notario sino a contar lo que quería contar y de hecho “veía” monstruos marinos y demás figuras que son más literarias que notariales.

Item más, Pigafetta no estaba enterado de todo lo que ocurría en la flota y contó lo que le parecía interesante, por lo que colocar a unos en un bando o en otro sólo es consecuencia de rellenar con posibilidades las verdades a medias que contaba el cronista. Como ocurre en los barcos aun en la actualidad, la tripulación está formada por personas de distintas nacionalidades y el barco funciona porque todo el mundo conoce su trabajo.

En aquellos tiempos, Elcano y los vascos que iban en la expedición hablaban euskera, los marinos catalanes, catalán y los andaluces su castellano propio. Ni que decir tienen que ni siquiera el castellano, como lengua común, había asumido la gramática de Antonio de Lebrija (no de Nebrija, que no es más que la castellanicación del latín nebricensis que el propio gramático adoptó), por lo que eran normales los corrillos de marineros en función de su habla.

A ello ese unen las traducciones que se han hecho del libro de Pigafetta que paseo con el ejemplar debajo del brazo de corte en corte, con tradiciones del italiano al francés y del francés al español, con todo lo que eso entraña.

En cierto modo, se ha contado el viaje “como las películas americanas de buenos y malos”, decía Aguinagalde y no como lo que realmente fue. Es el caso del motín contra Magallanes, en el que “a Elcano ponen en el bando de los sublevados”, cuando Juan Sebastián de Elcano era un admirador de Magallanes y de hecho a su vuelta del viaje pidió al emperador prebendas que tenía el portugués para parecerse a él.

Magallanes, un "soberbio"

En cuanto al marino portugués, el historiador de Guetaria lo señala como un caprichoso y soberbio, con órdenes que no se ajustaban a lo que se había pactado que sería el viaje, de ahí el motín en el que estaban además nobles castellanos de rancio abolengo. De ahí también que el viaje que duró tres años debería haber durado mucho menos, por las varias escalas de seis meses a lo largo del trayecto lo convertían más en un crucero que en una expedición.

Los hombres de la época -explica el historiador vasco- no estaban a las órdenes de Magallanes sino del emperador Carlos en este caso, por lo que el motín no fue más que la culminación a una serie de despropósitos de Magallanes que iban en contra de la expedición misma. Luego fueron algunos cabezas de turco los que cayeron, porque obviamente no se puede ajusticiar a todos los amotinados de un barco y dejar la nave sin gente que la gobierne. O sea, no es que se perdonara a fulano o a sutano, sino que no se podía prescindir de determinado número de hombres.

Magallanes murió en Filipinas por “arrogante” y tras la separación de las dos últimas naves, Antonio Pigafetta se decantó por la Victoria que comandaba ya Juan Sebastián de Elcano, lo que contradice otra invención sobre la poca simpatía del italiano por el vasco.

Juan Sebastián de Elcano, eso sí, consiguió lo que perseguía ya como cortesano que también tuvo que ser. Durante dos días tuvo la consideración de “Magnífico señor”. Y a los dos días de conseguirla, falleció.

Y esas son algunas de las "perlitas" que Francisco de Borja Aguinagalde dejó caer en algo más de una hora. Lo que ya advirtió al principio que haría.

Pero hay una que merece la pena mencionar aquí sobre el intrusismo. Hablaba de un amigo ginecólogo que había escrito un libro sobre Elcano lleno de errores y extravagancias y al que le pregunto:- "Fernando, ¿tú me dejarías intervenir a tu mujer".

Pues eso.

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