La repetición de tumultos durante las operaciones de reparto de víveres ha hecho que las agencias de la ONU o el gobierno haitiano requieran de fuertes contingentes de seguridad antes de proceder a cada reparto.
En el Campo de Marte, una enorme explanada adyacente al quebrado Palacio de Gobierno, un contingente boliviano acudió ayer a repartir agua con un cargamento de 4.000 litros de agua. De sus ochenta hombres, diez se encargaban de la distribución y los otros setenta de mantener la seguridad y el orden en las filas.
“En cuanto al reparto de comida, no anunciamos nunca el lugar donde la vamos a distribuir para evitar tumultos”, señaló a Efe el capitán Marco León, del contingente boliviano de la Minustah (misión de la ONU en Haití).
Marco León y otros testigos han relatado escenas de caos y agresiones durante operaciones previas de reparto de comida, y hay quienes, como el ejército estadounidense, han optado en ocasiones por lanzar los paquetes la comida desde helicópteros suspendidos en el aire.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ha reconocido la lentitud con que se desarrollan las operaciones de ayuda en este país ante la catástrofe histórica que supuso el terremoto de 7 grados en la escala de Richter, que según el ministro del Interior ha causado casi 100.000 muertos.
En muchos lugares de Puerto Príncipe son visibles pancartas con mensajes elocuentes como “SOS”, “Help” o “Ayuda”, escritos en varios idiomas y situados a la entrada de los campamentos de refugiados, calculados en unas 600.000 personas sólo en la capital.
Los brotes de violencia en las calles de Haití, aunque son casos aislados, presentan un problema de seguridad que dificulta las tareas humanitarias en Haití, advirtieron ayer un oficial del Ejército y un funcionario estadounidenses.
“Tenemos que establecer un ambiente seguro para poder tener éxito con nuestra misión de asistencia humanitaria”, dijo el teniente general del Ejército estadounidense, P.K. Keen.