Rubi y Geri. Geri y Rubi.Podría ser el nombre de uno de los dúos cómicos más reconocidos del país o, quizás, la pareja más excéntrica de la industria del cine. Pero no. De los creadores de la Superliga, llega el tándem de moda en el fútbol español: Luis Rubiales y Gerard Piqué. Directivo y futbolista. Dos cargos que nunca deberían permanecerentrelazados más que por una relación estrictamente profesional, aunque es en el convulso mundo de los negocios donde cualquier tipo de compadreo o gesto meloso podría ser la llave a un acuerdo comercial millonario. Palabras vacías y mentiras descaradas también son bienvenidas. El fin justifica los medios o, al menos, eso pensarán ellos. Pero luego se preguntarán por qué siguen creciendo las sospechas acerca de la existencia de teorías conspirativas en aras de una competición bipartidista. La filtración de los audios por parte de El Confidencial sólo ha conseguido terminar por demostrar un secreto a voces. Una verdad conocida por todos, pero que nadie nunca quiso admitir. El negocio del fútbol gira en torno a dos grandes ejes, mientras los demás engranajes continúan rotando incesantemente para garantizar el funcionamiento de una maquinaria cuyo destino se encuentra sentenciado desde el momento en el que se pone en marcha. Mirar por el aficionado ha terminado por convertirse en la última estrategia demagógica para justificar la celebración de la Supercopa de España en un país antidemocrático donde los derechos humanos nunca han sido una prioridad, al igual que tampoco la ha sido el aficionado. Todo para el pueblo, pero sin el pueblo. Al más puro estilo despotismo ilustrado. Aún así, muchos son aquellos que siguen empeñados en elogiar la labor realizada por Luis Rubiales al frente de la Federación Española de Fútbol durante el último lustro. Un cambio de formato para aumentar el atractivo de la Copa del Rey parece el medio idóneo para embelesar a las masas. Que no nos engañen. Dejemos el pan y circo para los romanos. En estos momentos, nuestra única aspiración debe pasar por estar representados por una Federación igualitaria, justa e inclusiva. Y si, allá por el año 2018, el seleccionador nacional fue fulminado de su cargo por deslealtad profesional a las puertas de una cita mundialista, el destino de Luis Rubiales, ahora, también debería estar sentenciado.
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