Tan elevado porcentaje era confirmado, por sexto trimestre consecutivo, en el último barómetro de hábitos de lectura y compra de libros elaborado por la Federación de Gremios de Editores de España, que sitúa en el 53,9% el índice de lectura entre la población mayor de 14 años.
“Es lo que más me gusta. Me traslada a otros mundos”, confiesa a Efe Naiara. Buena estudiante, deportista y amante de la música, cuando tenía 3 años rogó a sus padres que la enseñaran a leer.
Desde entonces no pasa un día sin que le dedique una hora –más o menos– a la lectura, casi siempre al acostarse o mientras desayuna, sin contar el tiempo que esta misma actividad le ocupa en el colegio. “No es una superdotada, es una niña normal, con inquietudes”, deja bien claro Mercedes, su madre, quien comenta que para Naiara no hay peor castigo que dejarla sin leer “cuando contesta mal”.
Según el citado barómetro, el 65,5% de los chavales como Naiara lee a diario o semanalmente, mientras que el 16,4% son lectores ocasionales, cogen un libro alguna vez al mes o al trimestre. El 59% lee porque les gusta –Naiara devora libros de aventuras, de misterio o de historias mágicas–, frente al 10,6% que lo hace por obligación.
El 74,5% de los chavales enganchados a la lectura son hijos de padres lectores, y un 84,3% recuerda cómo muchas noches su padre o su madre les leían antes de dormir. Eso hizo Mercedes con Naiara cuando era más pequeña.
Carmen, lectora compulsiva y madre de Ignacio y de Celia, de 12 y 7 años, respectivamente, obliga a sus hijos a leer todas las noches. No más de media hora. Al chico “le cuesta ponerse”, dice, pero la niña “promete más”. “Disfrutan cuando un libro les engancha, aunque les cuesta dar el primer paso”, reconoce su madre.
IMPRESCINDIBLE PARA LA EDUCACIÓN
Como Carmen, el 94% de los padres españoles entiende que la lectura es “imprescindible” en la educación de sus hijos, si bien luego sólo un tercio lee con ellos todos o casi todos los días, según se destaca en el Anuario del Libro Infantil y Juvenil 2008 de Ediciones SM.
Xosé Ballesteros, director de Kalandraka, una editorial modesta y periférica –su sede está en Pontevedra– pero con una lista de éxitos ya importante –publican unas 60 novedades cada año, y llevan diez funcionando–, apunta, como una de las razones que explicarían el auge de la lectura entre los más jóvenes, que precisamente son hijos de una generación de padres y madres amantes de los libros, con un bagaje cultural y un poder adquisitivo mayores.
El Anuario de SM, grupo editorial con destacada presencia en el mercado español y latinoamericano, y promotor de una colección que durante tres décadas ha hecho las delicias de muchos pequeños, El barco de vapor, confirma el buen momento que vive una industria “fuerte, estable” y de gran vitalidad.
Una industria que se consolida “como el motor del sector editorial gracias –según el Anuario– a su constante crecimiento anual”, que en 2006 se tradujo en unos sesenta millones de ejemplares editados y en una facturación que aumentó un 14,8% en relación al año anterior.
En 2006, informa el Anuario, el sector editorial español facturó en su conjunto más de 3.000 millones de euros, de los cuales 323,5 correspondieron a libros para niños y jóvenes.
“Vivimos un momento de creatividad enorme”, apunta Elsa Aguiar, gerente de publicaciones de literatura infantil y juvenil en SM, para quien hoy “se lee mucho más que en cualquier otro momento de nuestra historia”. Especialmente entre los más jóvenes.
A ello han contribuido decisivamente colegios y bibliotecas públicas, que “han hecho y están haciendo una buenísima labor” para enganchar a los más pequeños al placer de la lectura. “Estamos empezando a recoger los frutos de esa política”, recalca.
INDUSTRIA QUE EDITA MUCHO Y BIEN
Victoria Fernández, directora de la revista Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil, habla también de una industria “potente” que “edita mucho y bien”, y de una política de fomento de la lectura que, aunque “renqueante al principio”, está dando resultados. Pero, apostilla, “no somos tan buenos lectores como se dice”.
A Victoria Fernández le preocupa que la lectura sea en muchos casos más una obligación “que un placer”, y que en ese paréntesis o bache vital que es la adolescencia los chavales dejen de lado una afición que les ha tenido enganchados poco tiempo antes.
“La lectura –comenta a Efe– nunca debería plantearse como una obligación, sino como una alternativa estupenda de ocio. En el aula se utiliza el libro para trabajar y no como fuente de ocio placentero”.
Antonio María Ávila, director ejecutivo de la Federación de Gremios de Editores de España, confía en que un porcentaje alto de esos chavales que se inician en la lectura a una edad cada vez más temprana, se “reconcilien” de nuevo con ella tras pasar la siempre convulsa adolescencia.
“Cada vez se lee más por placer que por obligación”. Es la opinión del director de la editorial Kalandraka. Un ejemplo de ello, apunta Xosé Ballesteros, es el éxito que han tenido en España –se han vendido más de seis millones de ejemplares de las siete entregas de la saga– títulos como Harry Potter o, en clave española, muchos de Laura Gallego o Jordi Sierra y Fabra, dos de las plumas “nacionales” que son superventas.
PERDER EL MIEDOPara Jordi Sierra y Fabra, el mérito de la saga de J.K. Rowling o de Crepúsculo, de Stephenie Meyer, que también arrasa desde hace meses, es “haber conseguido que nuestros jóvenes hayan perdido el miedo al libro gordo. Además, con éxitos editoriales como esos las etiquetas por edades de los libros se han ido un poco a hacer puñetas”.
Este prolífico y exitoso escritor –con casi 400 títulos es el autor español vivo con más obra publicada– insiste en el “momento dulce” que vive la literatura infantil y juvenil en España, y se muestra partidario de fomentar la escritura en las escuelas “porque ello lleva a los chavales a la lectura”.
“No creo –dice a Efe– en esas campañas de fomento de la lectura a través de carteles o en televisión. Soy más partidario de la acción directa en los colegios”, destaca el autor de títulos superventas como Campos de fresas, que lleva ya 56 ediciones, Noche de viernes o La fábrica de nubes.
Esos tres libros son tres ejemplos de una variadísima y vasta oferta de títulos que, seguro, muchos chavales han incluido este año a sus cartas a los Reyes Magos. “Todo el año se vende literatura infantil y juvenil, pero en Navidad las ventas crecen considerablemente”, asegura Rocío Cela, propietaria de la librería Modesta de Madrid. “A los chavales –dice a Efe– les encanta venir a la tienda, solos o con sus padres, y elegir lo que van a leer. Yo lo prefiero”.