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Desde el campanario

Sánchez contra viento y marea

Pedro Sánchez se está mostrando inflexible en defensa de los ideales que representa y algún día la Historia así lo reconocerá

Publicado: 16/02/2025 ·
16:00
· Actualizado: 16/02/2025 · 16:00
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Autor

Francisco Fernández Frías

Miembro fundador de la AA.CC. Componente de la Tertulia Cultural La clave. Autor del libro La primavera ansiada y de numerosos relatos y artículos difundidos en distintos medios

Desde el campanario

Artículos de opinión con intención de no molestar. Perdón si no lo consigo

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A veces los convencimientos ideológicos más profundos se ven sometidos a exigentes pruebas de fidelidad. Cuando se acepta una ética de pensamiento por convicción y no por imposición, el intelecto del individuo establece una conciencia de certidumbre que define su inclinación filosófica hacia aquello que a su juicio es lo justo, y trata de practicarlo en todos sus actos. Si, además, ese trance reflexivo se gestiona con la complicidad de la madurez y de la experiencia que otorga la vida, la firmeza de esas convicciones se hace aún más rocosa. Visto así, nada debería desequilibrar unos ideales tan profundamente asimilados. Solo aquellas personas irresolutas incurren en el error de renunciar a lo que tanto esfuerzo les costó meditar.

Que pasamos por tiempos difíciles es algo que simplemente nombrarlo causa tedio, tanto es lo que se ha escrito y dicho sobre la cacareada crisis occidental de la que España y su gobierno no escapan dada nuestra consecuente naturaleza europea. Esta circunstancia, de ninguna manera debe ser motivo de renuncia a una doctrina de pensamiento sino todo lo contrario. Afianzar los criterios socialistas y aplicar su metodología en jornadas borrascosas preserva al colectivo de los daños coyunturales ocasionados por la tormenta. Y estas determinaciones no pueden ser impartidas más que por la persona que lidera el ejecutivo, aunque en el acuerdo para la aplicación de las medidas haya intervenido el conjunto de su gabinete.

El presidente del gobierno español ha sabido y está sabiendo mantener su lealtad a los principios que simboliza, a pesar del torbellino continuista que trata de arrastrarlo con medidas totalmente antagonistas a las que su credo propone.


Pedro Sánchez se está mostrando inflexible en defensa de los ideales que representa y algún día la Historia así lo reconocerá. Lejos de amedrentarse ante los continuos ataques de la oposición reaccionaria, que ve en los supuestos casos de corrupción inventada el peor de los venablos que lanzarle para adulterar sus determinaciones, y desacreditarlo ante la opinión pública, adopta con mano firme una tras otra soluciones colectivas para proteger a los más desasistidos ante los problemas que padecemos, sin desatender su compromiso social de renovación y progreso con el país que gobierna.

Estas determinaciones corporativas tratan siempre de tergiversarlas la bancada opositora para enmascarar las verdaderas dificultades que sufren con los permanentes escándalos de sus particulares crisis internas. Atacar a Sánchez desvía la mirada del colectivo hacia oteros embaucadores que salvaguardan la demostrada ineficacia que los asiste para ejercer una política de justicia social, como la que las actuales circunstancias demandan.

Esa ha sido siempre la estrategia de la derecha española. Desvinculada sistemáticamente de los pactos de Estado, a Felipe González quisieron meterlo en la cárcel, a Zapatero condenarlo al olvido y ahora a Pedro Sánchez desprestigiarlo con conjuras propias de aquelarres hechiceras. Estos son desde siempre los patriotas de plástico que padecemos.

A Felipe González le debemos los españoles muchas cosas, pero quizás sean la integración y posterior consolidación europea que la derecha obstaculizó hasta el hastío, lo más destacable de su prolífera gestión. Zapatero, al que también le tocó padecer tiempos difíciles, fue adalid fundamental para el cese definitivo de la actividad de la banda terrorista ETA, siendo condecorado posteriormente por el mismísimo Mariano Rajoy con el collar de la Orden de Isabel la Católica por sus Servicios a la Nación. Y Pedro Sánchez, tan denostado por el aparato propagandístico conservador, está consiguiendo mantener con pulso firme su doctrina social frente al descalabro financiero provocado por el implacable capitalismo que nos somete. Y eso no es precisamente echar a freír un huevo.

Es difícil nadar entre tiburones y salir indemne. Solo se consigue protegido por una malla de seguridad diseñada para subsistir en aguas infectadas por la codicia. A nuestro presidente lo avalan su determinación y su coraje para mantener los criterios de compromiso social ante su electorado rodeado de escualos al acecho que no descansarán mientras persista el cerco de sangre opulenta que los atrae. Pero cuando ese cerco se diluya y los marrajos tengan que buscar carnaza en otros piélagos, la vocación, la fidelidad y la coherencia hacia unos ideales habrán triunfado sobre la voracidad y la ambición de poder de los que alimentan su frenético egoísmo en detrimento de la solidaridad y el bienestar común del colectivo. Esa será la herencia que recibamos los españoles de un presidente renacido de sus propias cenizas que, a bordo de un Peugeot 407, recorrió el territorio nacional transmitiendo sus convencimientos irrenunciables, sin más ayuda que la de su inexorable determinación.   

 

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