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Viernes 15/11/2024
 
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El síndrome de la crisis mundial da en el corazón de FITUR

La XXIX edición de la Feria Internacional de Turismo de Madrid (FITUR) cierra sus puertas dejando un sabor agridulce, al comprobar organizadores, visitantes y expositores que la crisis mundial afectó el desarrollo del evento y mostró la preocupación que existe de que 2009 no resuelva nada.

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  • Un padre y su hijo descansan y revisan los folletos recogidos en FITUR. -
  • La Feria Internacional del Turismo cierra sus puertas con un sabor agridulce
  • Tradicionales asistentes como Iberia, Globalia o Barceló no acudieron este año al evento
La XXIX edición de la Feria Internacional de Turismo de Madrid (FITUR) cierra sus puertas dejando un sabor agridulce, al comprobar organizadores, visitantes y expositores que la crisis mundial afectó el desarrollo del evento y mostró la preocupación que existe de que 2009 no resuelva nada. 

Durante cinco días, tres dedicados, supuestamente, a los profesionales, y dos al público en general, se han podido constatar los esfuerzos que desde todas las ópticas del sector se han llevado a cabo, y que en muchos casos han resultado estériles. 

La edición de este año nació ya marcada por la crisis que hizo que incluso algunos de sus tradicionales asistentes no acudiesen al evento, caso importante e interesante, y desde luego significativo de la compañía aérea Iberia, miembro del comité organizador, y de empresas tan señaladas como Globalia o Barceló, entre otras. 

La organización ya anunció antes de la apertura que para esta edición había un 13% menos de superficie de exposición, de los 100.000 metros cuadrados de la edición anterior se ha pasado a los 87.520 de ésta, y un 9% menos de empresas, 11.137. 

Y esas ausencias se han notado no sólo con el mayor tamaño de los pasillos o la falta de aglomeraciones de personas en los pasos entre pabellones, así como en los espacios existentes en las zonas de exposición, que “sabiamente” se han camuflado con algunas plantas colocadas estratégicamente. 

No obstante, las comunidades autónomas han echado el resto y en los pabellones dedicados a ellas se han respetado los espacios, incluso aumentado la aparición de alguna de ellas, trayendo ciudades o lugares, que como en el caso de Santo Domingo de la Calzada ha promocionado estos días su Año Jubilar Calceatense, o el de Zaragoza y su candidatura como Capital Europea de la Cultura en el 2016. 

También hay que destacar el amplio despliegue de Andalucía o el de la Comunidad Valenciana, que ocupaban, prácticamente, pabellones enteros. 

Algunos países Iberoamericanos también han apostado fuerte en FITUR como reclamo de la importancia que para ellos tiene el turismo como fuente de ingresos, así como los mercados emergentes de Asia y África que ven en este sector su futuro económico. 

Peor ha sido la representación de las empresas que han reducido no sólo su presencia, sino el tamaño de sus stands, con la queja generalizada del alto coste que mantiene la feria, una media, según algunos de sus representantes consultados por Efe, por encima de los 30.000 euros por el espacio. 

Sobre ello se han mostrado muy duros dos de los más importantes empresarios hoteleros españoles, Sebastián Escarré y Antonio Catalán, que han pedido una tasas menos altas. 

Catalán ha ido incluso más lejos al catalogar la edición de este año de “vergüenza total” por el abuso de los precios y ha anunciado que de seguir así “nos pensaremos muy mucho si acudir o no a la próxima edición”. 

Especialistas del sector consultados por Efe han señalado que quizás la feria se debería replantear no su continuidad, que “está bien que continúe”, sino el tamaño, ya que las convocatorias de Berlín y Londres con las que compite Madrid, “caben en dos pabellones”, y no es preciso que se mantengan los doce o catorce actuales.
 
La XXIX edición ha cerrado, por lo tanto, con una cierta sensación agridulce que la organización debería considerar para la celebración de la XXX cita, y al mismo tiempo solucionar uno de los problemas que parece ser consustancial al evento. Este problema que se viene repitiendo edición tras edición es la entrada aleatoria de personas que no son profesionales en los días dedicados a éstos, como son los visitantes de la tercera edad y los niños. 

La crisis sigue amenazando al turismo en el horizonte de 2009, y por lo tanto también complicando la próxima edición.

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