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Sábado 09/11/2024
 

Rastrillo benéfico para construir una nueva sede y ampliar los servicios

El delegado de la Fundación Cajasol en Huelva, Domingo Prieto; el presidente de la Asociación de Alcohólicos Rehabilitados Onubenses (ARO), Manuel Vázquez, y el fundador...

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  • El tercer rastrillo de ARO pretende recaudar fondos para construir una nueva sede. -
El delegado de la Fundación Cajasol en Huelva, Domingo Prieto; el presidente de la Asociación de Alcohólicos Rehabilitados Onubenses (ARO), Manuel Vázquez, y el fundador de esta agrupación de atención  a diferentes adicciones, Cristóbal Gangoso, inauguraron ayer el rastrillo benéfico que la organización pone en marcha por tercer año consecutivo y que permanecerá hasta el próximo viernes, 7 de noviembre, en la Sala Plus Ultra.
  
El objetivo fundamental de este rastrillo, que está abierto al público en horario de mañana y tarde -de 11.00 a 14.00 horas y de 18.00 horas-, es recaudar fondos para poder sufragar el proyecto de obra para construir una nueva sede en unos terrenos cedidos por el Ayuntamiento de Huelva en las cercanías de la Universidad de Educación a Distancia (Uned).
  
Según explica el presidente de ARO, la principal carencia del colectivo es “la falta de espacio”, en la sede actual “sólo disponemos de tres salas de terapia que están absolutamente llenas, y no tenemos espacios para formación de voluntarios ni sitio para llevar a cabo talleres en los que las personas que están en tratamiento puedan ocupar parte de su tiempo y comprobar que pueden hacer cualquier cosa sin tener que recurrir a ninguna sustancia”.
  
En la nueva sede, que ya está proyectada, “se contaría con siete salas de terapia, más de dos salas para talleres y un salón de actos con capacidad para más de doscientas personas, lo que permitiría desarrollar muchas más acciones de rehabilitación y formación”, destacó Vázquez.
  
Para ello, ARO cuenta con los artículos de artesanía, decoración, vestuario y calzado donados por las asociaciones de vecinos, el centro penitenciario de Huelva, las comercios de la ciudad y los propios voluntarios, que pueden comprarse a precios casi simbólicos en el rastrillo.

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