El campo se hace mayor. El sector agrario está envejeciendo a nivel europeo, y España, que cuenta en la agricultura con una de sus principales fuentes de ingresos, no logra frenar el proceso de envejecimiento en uno de sus principales sectores. Parece que la juventud española, la más preparada de la historia moderna, ha dado la espalda a la agricultura. Sin embargo, algunos apuntan a que puede haber comenzado un cambio de tendencia.
Los datos, de momento, dicen lo contrario. A pesar de sufrir una tasa de desempleo juvenil del 57 por ciento, de la ausencia de alternativas laborales en las zonas rurales y el alto potencial de crecimiento del sector agroalimentario español, el relevo generacional se resiste. Son muchos los factores que están favoreciendo que el cambio de generación y el rejuvenecimiento del sector se estén retrasando, sobre todo en Andalucía.
Dificultades a la hora de acceder a una primera explotación, complicaciones para la financiación o la lentitud con la que se maneja la burocracia son algunos de los motivos por los que, a día de hoy, tan solo el 6,4 por ciento de las más de 246.000 explotaciones andaluzas está en manos de menores de 35 años, mientras que más del 55 por ciento de los titulares es mayor de 55 años, y más del 31 por ciento supera los 65.
A nivel nacional el panorama no cambia en demasía. En el año 2010, según datos de la Comisión Europea, solamente el 5,3 por ciento de los agricultores españoles se encontraba por debajo de los 35 años de edad, mientras el 56,3 por ciento sobrepasaba los 55 años. Es decir, había diez agricultores mayores de 55 años por cada agricultor menor de 35 años. En plena crisis, tan solo ha subido un punto la presencia de la juventud en el sector y ha ascendido otro el nivel de envejecimiento.
A nivel empírico podríamos afirmar que la juventud no quiere saber nada de uno de los negocios más al alza en nuestro pais y que en Andalucía supone el 30 por ciento de su PIB, pero todo lo contrario.
Desde que la crisis económica le cerró las puertas a la juventud española, las solicitudes de incorporación de jóvenes al sector agrario se han incrementado. Antes de 2012, de 2007 a 2011, la media anual de solicitudes para comenzar en el negocio del campo en Andalucía era de 395. En 2012 ascendió hasta 437. Es decir, creció un 11 por ciento a nivel andaluz, aunque muy por debajo de la media nacional, donde durante el periodo 2012 y 2013 las solicitudes de incorporación de jóvenes al sector agrario se han incrementado en un 79 por ciento. La región es la que menos ha rejuvenecido el sector si la comparamos, por ejemplo, con Aragón, donde el crecimiento ha sido del 143 por ciento, o Asturias, con un aumento en las solicitudes del 317 por ciento.
La pérdida de la tradición
El relevo no llega, y existen varios motivos. Pedro Gallardo es vicepresidente de Asaja en Cádiz, pero también es un joven agricultor. De hecho, el año pasado recibió el premio europeo al Joven agricultor innovador y mira el problema desde otro prisma. Al margen de los motivos explicados anteriormente, Gallardo advierte de que “uno de los principales problemas es que, de alguna forma, las personas mayores, nuestros padres, no nos animaban mucho a continuar la actividad y querían que estudiáramos en la ciudad, pero esta perspectiva ha cambiado y ya no nos desaniman tanto porque ven este sector como cualquier otro, un sector con posiblidades”.
Gallardo, que entiende que ese hándicap de lo tradicional y sufrido “se está corrigiendo”, incide en el factor económico y en el respaldo institucional: “Hay muchas ayudas que se están convocando tarde por las administraciones y están llegando tarde”.
“Hacen falta ayudas para la instalación y la primera explotación, pero tienen que resolverse con mayor celeridad”. Y es que, como enfatiza el vicepresidente de Asaja en Cádiz, “las ayudas tienen que llegar lo antes posible, porque no se puede emprender un proyecto en el sector y que la subvención no te llegue en tres o cuatro años, así es prácticamente imposible porque la ayuda te tiene que llegar al principio para poder emprender”.
La Junta condiciona el relevo
En el último año, la Junta de Andalucía ha tenido que admitir que solo pudo atender 94 de las 859 solicitudes de jóvenes andaluces recibidas.
Ni en 2007 ni en 2012 se abrió el plazo, mientras que entre 2008 y 2010 se atendieron hasta 447 demandas. En 2011, el Gobierno andaluz se quedó sin fondos y 60 jóvenes que cumplían todos los requisitos se vieron sin posibilidades de empezar a labrarse, y nunca mejor dicho dicho, su futuro en el campo.
Y todo esto, mientras que en el resto del territorio nacional se llega a aprobar casi el 80 por ciento de las solicitudes presentadas por menores de 35 años. Hay otra cuestión importante; el hecho de que las resoluciones se hayan retrasado tantos años se ha traducido en un acceso muy reducido de nuestros jóvenes a la reserva nacional, y entre 2008 y 2012 han entrado en el Régimen de Pago Único 111 jóvenes andaluces (1,4 milones de euros), mientras que en Aragón se incorporaron 633, en Castilla La Mancha 714 y en Castilla León 875, sumando más de 20 millones de euros.
“No es lógico que se hayan echado atrás tantas peticiones y es un dato sobre el que hay que trabajar en el futuro para ver dónde puede ayudar la administración”, espeta Gallardo, quien motiva el bajo número de peticiones hechas a la Junta para incorporarse al sector: “Había mucho joven que en lugar de dedicarse a la actividad agrícola, en la época boyante, pues se iba a la construcción o a otro sector al alza. Esto ha cambiado y ya estamos notando cómo los jóvenes cada vez se incorporan a este sector con mayor facilidad”.
Esto está motivando que sean muchos los jóvenes que tengan que entrar en el sector agrario por la puerta de atrás, es decir, colaborando con una explotación familiar y que no está a su nombre. Son muchos estos casos, que también podrían dar unos datos erróneos a nivel andaluz y que podrían augurar un futuro más optimista para el negocio.
Según el estudio de campo Juventud Agraria, en busca de una nueva identidad profesional, elaborado por COAG en colaboración con la Confederación de Mujeres del Medio Rural (Ceres) y el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, más de la mitad de los jóvenes agricultores, el 53 por ciento, trabaja en la actualidad por cuenta propia, seguido de un 32 por ciento que lo hace para el negocio familiar.
Esto quiere decir, según este estudio, que la incorporación se sigue produciendo a través de los propios familiares -en un 70 por ciento- o por iniciativa propia como emprendedor, en este caso, en un 30 por ciento.
Gallardo destaca al respecto que “los jóvenes que quieren incorporarse a una primera explotación, o heredan o tienen que arrendar, y arrendar es complicado porque hay dificultad a la hora de adquirir la tierra y los primeros años la financiación es alta y necesaria”.
Reacción de la Junta
El análisis de las estructuras agrícolas muestra además una reducción sistemática del número de agricultores, además del proceso de envejecimiento. Todo esto ha motivado que la Junta de Andalucía haya solicitado un incremento de las ayudas que fomentan el relevo generacional en el campo andaluz.
La consejera de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural, Elena Víboras, explicó recientemente en la Comisión del Parlamento la intención de su departamento de incrementar la dotación inicial de la línea de ayudas a la primera instalación de jóvenes agricultores, es decir, pedir un aumento de hasta 20 millones de euros que llegan procedentes de Europa. Unos fondos europeos enmarcados en el Programa de Desarrollo Rural del Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (Feader), y que en Andalucía no alcanzan los 8 millones de euros, pero que en otras regiones los supera con creces.
En definitiva, mejorar una línea de ayudas que persigue el cambio generacional en el campo andaluz.
un futuro alentador
En definitiva, el factor económico, la pérdida de tradición y la excesiva burocracia parecen formar un triángulo que están retrasando el relevo en el sector agrario. Sin embargo, para el vicepresidente de Asaja Cádiz, “esto está cambiando, y creo que en unos años podemos llegar a los niveles europeos, sobre todo en países como Finlandia o Polonia”. Una reflexión alentadora que viene motivada por la reforma del PAC que se presentará el próximo años y que imperará la normativa europea hasta 2020. “La reforma llega el año que viene y el ministerio se ha ido al máximo de ayudas para jóvenes, pasando del 0 al 2 por ciento del montante nacional y vamos a estar hasta el 2 por ciento”, explica Gallardo, quien añade que “el ministerio pretende motivar este relevo con esta reforma y es loable”. Una visión optimista a la que Gallardo, premio europeo al Joven Agricultor Innovador, incluye otro factor; la innovación.
“Los jóvenes que acceden a las explotaciones están muy bien formados y a día de hoy pueden hacer uso de móviles y smart phones a la hora de trabajar sus explotaciones”, asegura este joven agricultor, quien añade que “ha quedado muy antiguo el hecho de trabajar día a día en la oficina o en el cortijo. Un joven a pie de campo con un móvil puede hacer lo mismo que se hacía antes, y además te libera de tiempo para poder innovar” .