Y al decir nuestra educación escolar me estoy refiriendo a la región andaluza, y manifestar que ese fracaso tan patente que estamos padeciendo no viene de ahora, aunque se esté potenciado en los últimos años, sino desde hace bastante tiempo ya, sin que se haya puesto remedio alguno por parte de los responsables más directos, que son los que dan normas y leyes a esos efectos.
Desde siempre teníamos entendido que Andalucía, Extremadura y Castilla la Mancha eran tres regiones que debido a los latifundios eran las más castigadas no solamente en trabajo, educación y ambientes sociales, en continuada zaga de esas otras españolas más destacadas y otras que permanecían en unos puestos aceptables, y, sin embargo, en la última estadística que se conoce, que es la referida al curso escolar 2005-2006, extremeños y manchegos se han zafado de esa vergüenza, formando parte ahora en ese grupo de cola con los andaluces, valencianos, baleares y canarios.
La educación en los menores se considera como primordial para llegar al bachillerato con una buena o por lo menos discreta formación cultural.
Y lo que está sucediendo no es culpa de los ciudadanos ni tampoco de los maestros ni profesores, sino de las autoridades hacia esos temas que no acaban de obtener un plan de educación conveniente y por lo tanto que sea acertado, porque los palos de ciego que se van dando a esos respectos, por ver si aciertan alguna vez, es un grave error. Creo que los responsables del Ministerio de Cultura deberían reunirse con un grupo de profesionales en donde hubiese catedráticos de universidad, profesores de bachillerato y maestros de escuelas, que son los que saben y entienden de eso, y los que podían dar acertadas decisiones, al estar en el tajo diariamente.
Un pueblo sin bases culturales es un pueblo fracasado, ya que cuando sus niños y después jóvenes llegados a la mayoría de edad, sin una formación cultural inicial, sin una obediencia a los padres y profesores, sin una disciplina en esas falta de responsabilidades, poco más tarde adultos se encuentra descentrados ya que la brújula que le señalase el norte de sus comportamientos permanecerá siempre ausente, por lo que estarán con bastante frecuencia confundidos.
En esas estadísticas mencionadas se dice que el fracaso escolar en España ha aumentado más de siete puntos en cosa de seis años, lo que me parece tremendamente negativo, y más que por ello, porque también va aumentando la desobediencia a los padres y profesores, y en esa libertad mal concebida en donde triunfa en bastantes casos el alcohol, porros y drogas y otras cosas que sabemos, ya que estamos en unos ambientes democráticos que cada uno los entiende como desea o les conviene. Y supongo que conseguir una buena democracia en donde la cultura es escasa en términos generales es querer que el olmo dé peras o algo por el estilo, porque ya sabemos que el futuro de cualquier nación está en los niños, porque si éstos se descarrían, campando cada uno como quiere, sin frenos y sin una educación adecuada, añadiendo la falta de respeto a los mayores, vanagloriándose de ser gamberros, es entonces cuando todo marchará mal, porque les está faltando lo primordial cuando llegan a adultos, que es una buena o por lo menos mediana formación educativa y moral con sus correspondientes responsabilidades. Y es precisamente en Andalucía la más bella región española, con unas características excepcionales, una de las que peores está en esos sistemas de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO).
Y no es que yo pretenda que de la noche a la mañana, con todo el retraso que tenemos, Andalucía se vaya a situar en la misma posición educacional que Asturias, País Vasco, Navarra y Cantabria, que son las de cabeza, sino que no desentonemos demasiado dentro del cómputo nacional, que tampoco es mucho pedir, pues estamos en un fracaso escolar de un 34%, lo que significa una tercera parte del alumnado.