Aquella victoria de Nadal por 6-4, 6-4, 6-7 (5), 6-7 (8) y 9-7 en cuatro horas y 48 minutos, la final más larga en la historia del Grand Slam inglés, hizo daño a Federer, más que la de este año en enero, en la del Abierto de Australia, también la de más duración de este torneo, por 7-5, 3-6, 7-6, 3-6 y 6-2, con cuatro horas y 19 minutos.
Y ahora Federer, aliviado, porque ya se ha apartado del grupo de siete jugadores que han ganado todos los Grand Slams, menos Roland Garros, parece un jugador nuevo. Y con 27 años incluso puede permitirse el lujo de recuperar el puesto de número uno, que Nadal le arrebató el 18 de agosto de 2008.
Los australianos Frank Sedgman y John Newcombe, los estadounidenses Arthur Ashe, Jimmy Connors y Pete Sampras, el alemán Boris Becker y el sueco Stefan Edberg, ya son historia. Ellos lograron ganar en el Abierto de Australia, Wimbledon y Abierto de Estados Unidos, pero no en París.
A Federer, acumulador de retos y desafíos, de récords casi imposibles, le faltan varios todavía. El más próximo es ganar Roland Garros y Wimbledon la misma temporada, circunstancia que tiene a su alcance, y que Nadal logró ya en su genial temporada de 2008, convirtiéndose en el primer jugador en hacer este doblete mágico desde Bjorn Borg en 1980, y el tercero en la historia.
Es un objetivo inmediato, pero lo es también recuperar el puesto de número uno del mundo que Nadal ostenta, algo que ya anunció a principios de año.
Federer juega esta semana en Halle (Alemania) donde ganó en el 2008, y al mismo tiempo se disputa Queen’s, donde Nadal se ha borrado, tras ser campeón la pasada temporada y donde llegó después de meterse en el bolsillo su cuarto Roland Garros.
Sin asegurar todavía su participación en el All England Tennis club, si Nadal juega Wimbledon, y llega a las semifinales, allí retendrá su puesto de número uno del mundo por mucho que haga Federer, pero en caso de que el español no lo juegue, el suizo necesitaría ganar en Halle y alcanzar la final en La Catedral para desbancarle.
Aunque Federer dice que no es adicto a acaparar retos, sí le encantan los desafíos, y tras ganar el domingo el título 59 de su carrera y hacerlo en Roland Garros, donde hasta ahora estaba sentenciado por Nadal, su moral ha crecido.