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Lunes 11/11/2024
 

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'Me han dicho que el amarillo', el Cádiz ve la luz

Subirá o no, pero el Cádiz ve la luz tras una larga travesía del desierto y, en vísperas de la promoción de ascenso, sigue más fiel que nunca a su himno

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  • afición cadista en el carranza -

Subirá o no a Primera, pero el Cádiz ya ve la luz tras una larga travesía del desierto y, en vísperas de la promoción de ascenso ante el Tenerife, sigue más fiel que nunca a su himno oficioso y carnavalero de que el amarillo, aunque "está maldito para los artistas, es gloria bendita para los cadistas".

'Que aunque reciben a cambio, todo un calvario de decepciones, de amarillo se pintan la cara, amarillo son sus corazones', prosigue la chirigota de Manolo Santander 'La familia Pepperoni' que, desde que se subió en 1998 al Teatro Falla, se ha convertido en santo y seña y banda sonora del estoicismo cadista.

La irreductible fidelidad de la afición del Carranza se ha visto recompensada en la temporada de su vuelta a Segunda, tras un 'infierno' de siete años en Segunda B, con el premio de jugar la promoción a Primera y, con ello, vislumbrar la posibilidad de volver con los grandes, nunca a recuperar una autoestima jamás perdida.

Los de Álvaro Cervera han completado una campaña, la de su regreso a la categoría de plata, en la que, no sólo consiguieron pronto el objetivo de la permanencia, sino que han ido a más hasta acabar en quinta posición con 64 puntos y ganarse, con ello, el derecho a soñar con volver a la categoría en la que han militado doce años y que perdieron en la ya lejana temporada de 2005-2006.

Pero, pese a la penuria, no hay nada que haga desfallecer a una afición única que es capaz de bautizar, al ejemplo de los grandes coliseos europeos, una curva del Ramón de Carranza, no con el nombre de un ídolo cualquiera, sino con el retruécano y la cumbre del humor y el ingenio de ponerle 'Curva cazón en adobo'.

Como también imprime carácter tener esos ídolos inconstantes y geniales como el que aún es recordado por La Viña, la plaza del Mentidero o cualquier rincón de más allá de Puerta Tierra: el salvadoreño Jorge 'Mágico' González, cuya leyenda, auténtica o apócrifa, aún alimenta las venas y arterias del organismo vivo que es este equipo.

Tan vivo, que circula una fotografía con la autopista que une Cádiz y Sevilla con un colapso de setenta autobuses que se desplazaron a Sevilla para ver jugar a los suyos contra el filial sevillista, miles de fieles que nunca dejaron de creer en el 'milagro' de la vuelta a los días de gloria.

Ésos en los que la leyenda de 'Mágico' se alimentó junto con la de otros nombres gloriosos del 'santoral' cadista como Pepe Mejías, Paco Baena, Raúl López, Kiko Narváez, el chileno Fernando Carvallo, 'Súper Paco' Ruiz Brenes o el declinante Joaquín Sierra 'Quino' en los años en los que empieza a dirigir la AFE.

El carácter estoico y fiel del cadista se ha forjado en la adversidad en la misma medida que el humor, una de cuyas últimas muestras colectivas fueron los cánticos al Real Madrid y a su entrenador, Rafael Benítez, por la alineación indebida de Denís Cheryshev que les costó la eliminación de la Copa del Rey en 2015.

'Benítez, quédate', 'saca a Cheryshev' o 'Cheryshev te quiero' fueron algunos de los dardos cantados por el Carranza ante el todopoderoso Madrid en uno de esos días en los que los astros parecen alinearse para alimentar lo que no necesita mucho alimento, como es el ingenio y la chispa gaditana.

Esa misma que dijo que eliminaron al Madrid sin esfuerzo o la de la letra del Carnaval que, en los días malos del Cádiz, rezaba aquello de 'yo no sé ni dónde juega'.

Las calles de Cádiz, sus tascas, sus rincones o las inmediaciones del Carranza lucen ya de amarillo para recibir al Tenerife y, pito de caña y compás de tres por cuatro, tiene la banda sonora que les regaló Manolo Santander vestido de gángster siciliano o neoyorquino, qué más da, al frente de los Peperonni.

'Bendito sean los que llenan de esperanza, cada rincón cada escalón de mi Carranza, sin importarle que nunca vayan a ser campeones, han conseguido el respeto, de toda España por unos colores', proseguía el chirigotero en el Falla sobre los poderes taumatúrgicos del amarillo.

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