Acude la máxima autoridad del Banco de España al Congreso de los Diputados para dar explicaciones de la crisis inmobiliaria y bancaria y acierta el pasado perfectamente. Le pasa a todos los economistas con responsabilidades públicas y todos los banqueros sin excepción cuando explican las crisis, sus causas, los motivos, las circunstancias, los daños colaterales, cómo se podía haber evitado, qué medidas eran las adecuadas para revertir la situación en su momento…y mil zarandajas que podían ocupar el espacio de la famosa enciclopedia Espasa.
Ayer nos enteramos de que se pudo hacer más y no se hizo. Que en la crisis de las cajas de ahorro se pudo actuar antes y no se movió un dedo. Que con los créditos a bajo interés también se pudo proceder con más diligencia pero mejor se quedaron con los brazos cruzados. Reconoce Luis María Linde en sede parlamentaria que no "se tomaron las medidas adecuadas para frenar un crecimiento insostenible" de los créditos, sobre todo los inmobiliarios y que con las cajas "no resolvieron los problemas de solvencia y gobernanza”, que no se enteraron de la dureza de la burbuja inmobiliaria ya que calcularon que la economía crecería varios años antes, - que ya en 2011 se hubiera superado la crisis- y que se creyó ingenuamente que “se podía atajar de forma suave".Que "se intentó minimizar a corto plazo el coste de la crisis bancaria, atajando los problemas que iban apareciendo, lo que podría haber comprometido un mayor volumen de recursos públicos que con un enfoque más agresivo y ambicioso desde el inicio de la crisis”.
Explicaciones vendo pero para mí no tengo podría ser el resumen de su intervención culpabilizando al viento de lo que fue responsabilidad del supervisor –el Banco de España- y no de las cientos de miles de personas que perdieron sus esperanzas, sus casas y sus negocios en la mayor crisis que ha conocido España en tiempos de paz.
Linde está ahora y no olió ni de lejos lo del Banco Popular, que se ha vendido al Banco de Santander por un euro. Antes estuvo Miguel Ángel Fernández Ordóñez –MAFO- que fue especialmente ciego en todo también. Lo de Bankia fue una cosa minúscula que tampoco vio pero la broma de este espécimen de supervisor tan bien pagado y que no ve nada ha costado al contribuyente español 70.000 millones.