La misma semana del Black Friday se celebra en Estados Unidos la fiesta de Acción de Gracias, una tradición americana que hemos compartido gracias a las películas de sobremesa con su pavo relleno y su compota de manzana. Este día entrañable tiene oficialmente su origen en 1621, cuando los colonos ingleses compartieron una cena con los nativos en agradecimiento por su hospitalidad, sin embargo, mucho antes, el 8 de septiembre 1565, los españoles habían celebrado su particular evento de agradecimiento, tras la fundación de la ciudad de San Agustín, la más antigua de Estados Unidos, con una misa y una cena posterior que contó con la participación de los indígenas de la tribu Seloy.
Cómo hecho de menos ese espíritu en estos días en el Congreso, donde sin darnos cuenta, nuestro país, lejos de lo que se quiere aparentar, deshace los grandes lazos que nos han unido: Nuestra lengua, nuestro territorio, nuestra dignidad… para levantar muros que nos separarán y harán, sin duda alguna, una España peor.
En estos días de tensión ante el debate de los PGE, llegó a la comisión de Fomento el debate sobre el “sinhogarismo”, adjetivo que aun no podemos ver en la RAE, pero sí en cualquier calle de cualquier ciudad de España. Fue una verdadera suerte que tuviera que defender esta propuesta, sumergirme en los datos españoles y europeos, en los proyectos innovadores y en las tripas de asociaciones que trabajan en primera línea para terminar con el complejo problema del sinhogarismo. La necesaria colaboración y coordinación entre asuntos sociales y vivienda, responsable de que exista una red suficiente y flexible de viviendas sociales, es indispensable. Una problemática que preocupa a Europa, que busca soluciones innovadoras cada año. En el pasado cinco propuestas españolas de más de cien presentadas, llegaron al Parlamento Europeo como alternativas al problema del “sinhogarismo”.
Treinta tres mil personas en España según el ultimo estudio, y un 25% más tras la pandemia según Caritas, no tienen un hogar al que regresar cada noche. Y no, no es sólo un problema de nuestro país, está extendido en toda Europa, en todo el mundo, excepto en Finlandia, que, tras desarrollar un plan de actuación de más 30 años, ha conseguido que no exista en sus calles ninguna persona durmiendo al raso. Una estrategia que deberíamos copiar, y ya de paso, ser espejo de su estrategia educativa, que tan buen resultado está dando, gracias al punto de partida de consenso y de estrategias a largo plazo.
En nuestra situación actual, con una alarmante crisis migratoria y humanitaria en Canarias, unas preocupantes previsiones económicas para el 2021, se hace más necesario que nunca buscar medidas urgentes que resuelvan el gran reto de dar solución a las personas sin hogar; con la agilidad de la colaboración púbico-privada y no con el ataque a la propiedad privada, desarrollando una ambiciosa promoción inmobiliaria que ayudará, al mismo tiempo, a reactivar nuestra economía. Ojalá se refleje en un buen proyecto que acceda a los fondos de resiliencia europeos que deben llegar a nuestro país.
Mientras las turbias aguas de los presupuestos siguen revueltas, devolviendo cuarteles y privilegios a cambio de votos, a mi sólo me queda dar las gracias a todas las entidades que como Cáritas y Hogar sí, se dejan la piel para ayudar a las personas sin hogar, y consiguen que los grupos políticos nos pongamos de acuerdo en asuntos tan importantes. Gracias.