Del hoyo a la cima en apenas semanas. El técnico sevillista, Unai Emery, ha pasado de ser un entrenador sentenciado a un preparador codiciado. Y al fin de cuentas todo es casi lo de siempre, tiempo. El mismo que ha requerido el vasco para asentar un proyecto firme sobre el tapete, tras una renovación casi total de la plantilla sevillista en un verano enfervorizado en cuestión de fichajes y ventas. Razón principal por la cual los resultados que viene obteniendo hasta la fecha son más mérito suyo que demérito de sus rivales.
Criticado por su fútbol reservón, Emery ha dejado claro con goles y buen fútbol que para nada se asemeja ello a la realidad. 37 tantos a favor en una primera vuelta es el segundo mayor registro goleador del Sevilla en toda su historia, sólo superado por el Sevilla de Juande Ramos. Y es que ha sabido ir encajando, con mucha paciencia eso sí, las diversas piezas de un puzzle que viene siendo efectivo. Desde la portería hasta la punta de lanza ha conformado un once tipo con variantes más que positivas. Así, teniendo a Beto como el meta indiscutible, Unai ha implantado una zaga en la que Fazio y Carriço lideran, con Moreno y Diogo alargando las bandas en ataque. El doble pivote tiene nombres y apellidos con M’Bia y, principalmente, Iborra. Los extremos, quizás lo más modificable, tiene cabida para Reyes, Vitolo y en ocasiones Jairo o Perotti. Y arriba, sin duda alguna, Rakitic y Bacca. Otros, como Coke, Cala, Navarro o Gameiro también vienen aportando enteros al equipo.
Y todo pasa por el estado físico del plantel. 90 minutos de intensidad han demarcado un 17 de 21 puntos en las últimas siete jornadas ligueras. Números que invitan a pensar en importantes logros, como pudiese ser la Champions, y sobre todo sensaciones que llevan al más severo optimismo a la parroquia nervionense. Es el carácter de un técnico que fue muy discutido y que hoy es pilar fundamental. De sus éxitos dependerá la renovación de un contrato que caducará el próximo mes de junio.