Si ningún descalabro lo priva de ello, el Sevilla está a un paso de disputar su cuarta final europea en la historia, la segunda consecutiva, tras golear a la Fiorentina.
Electrizante la primera parte la que se vivió en el Pizjuán con dos equipos decididos a ir al ataque.
A pesar de que el peso del juego lo llevó en gran parte del periodo el Sevilla, Mario Gómez no adelantó a los italianos de milagro en el arranque del choque tras el pase de Joaquín, muy participativo.
Pero la respuesta del conjunto de Emery no se hizo esperar y después de un par de remates con cierto peligro, un disparo cruzado de Áleix Vidal desde fuera del área se introdujo en la meta rival en el minuto 17.
Sin embargo, el gol no minó al bloque violà que cuyos acercamientos originaban un raudal de ocasiones que desperdiciaban de manera inexplicable. Hasta por dos veces tuvo Matías Fernández la posibilidad de empatar el envite al igual que el egipcio Salah, pero la mala ejecución de los italianos y el acierto de Sergio Rico en cada una de sus intervenciones, mantuvo la ventaja rojiblanca en el marcador.
Mención a la polémica generada en el último segundo del descuento previa la señalización del descanso, cuando los locales reclamaron la pena máxima tras derribo de Krychowiak; aunque eso sí, ya se habían cumplido los dos minutos de tiempo extra asignados anteriormente.
Y con la misma tónica empezó el segundo acto en Nervión. Una Fiorentina que peligrosamente acechaba la meta sevillista pero incapaz de poder mover el cero del luminoso que campeaba en su contra y un Sevilla que ejecutó el segundo en la primera que tuvo.
Pérdida en el medio campo de la Fiore y Vitolo, que sirve un esférico para la subida de Áleix Vidal que aprovecha el lateral valenciano para coronarse en el encuentro con un tanto en el minuto 51 que aunaba precisión y velocidad.
A partir de ahí, el encuentro entró en una dinámica de fútbol control por parte de los de Unai Emery frente al quiero y no puedo de la Fiorentina, muy blanda atrás y nada fluida en la parcela ofensiva con el paso de los minutos.
Todo lo contrario que el sevillismo, que se dejó el aliento en el tercer gol, obra de Gameiro en el minuto 76 de partido, merced a la enésima llegada por banda, esta vez desde la zurda por parte de Trémoulinas, encontrando a Vidal con el pase de la muerte, cuyo toque, remachó el francés en área pequeña sin ninguna oposición.
Varsovia ya otea en el horizonte más cercano y el cuarto título europeo, próximo.