Ha realizado toda la pretemporada con el primer equipo. Conoce a sus compañeros a las mil maravillas, incluso ha jugado algún que otro amistoso con ellos. En él están puestas buena parte, y con razón, de terminar de perfilar una plantilla que acogería con los brazos abiertos el refuerzo del portuense. Él se lo piensa y medita, la decisión no es fácil en los tiempos en los que la inestabilidad de los clubes se contagia de forma peligrosa. Él, Álex Cruz, sigue deshojando la margarita, aunque el tiempo se agota.
Probar una aventura lejos de su tierra no termina por convencer a un jugador cotizado, y el que continúa esperando la oferta que termine por convencerle. Asesorado por su representante, espera hasta que el plazo expire. Es posible que espere hasta el último día esperanzado de poder encontrar lo que hasta la fecha le ha sido imposible.
Solo quedan cuatro días, los que separan para el 31 de agosto y se cierre el mercado de fichajes. O se decide ahora o tendrá que esperar en el mercado invernal cuando otra vez le dé otra oportunidad, para poder encontrar el sitio ideal. O por el contrario, firmar y quedarse en el Racing Portuense. Lo que en su día pareció una utopía, a día de hoy, la idealizada percepción es que nada está descartado y eso ya es mucho.
Lo dijo y se reafirma en lo dicho: “Si no me voy, qué mejor sitio que en mi casa para poder jugar”. Lo dice convencido de que aquí encontraría el cariño necesario para volver a sentirse querido y elogiado. Hueco tiene, un jugador de su calidad siempre lo tiene.
En el retorno de Mere y al igual que sucediera años atrás, la vuelta de Álex Cruz, serviría para reencontrar de nuevo a un futbolista de una categoría superior.