La Nochebuena y la Navidad son citas especiales en el calendario y que, con su llegada, todos vivimos con especial ilusión. Momentos en los que la familia se reúne alrededor de la mesa para contar las anécdotas e historias de todo el año y que sirven para estrechar, más aún si cabe, los lazos familiares.
Sin embargo, hay algunos residentes de nuestra ciudad que, a pesar de vivir con emoción estas fechas, se encuentran alejados de sus familias y amigos, al tener que haber emigrado de sus países en busca de un futuro mejor.
Estas fechas son motivo de felicidad y celebración para ellos, pero también de recuerdos a través de las tradiciones o algo tan simple como la comida.
Y es que, artículos tan habituales en la mesa de algunas sociedades sudamericanas como el panteón o el lechón, nos hacen darnos cuenta de que a pesar de que la lengua nos une con esta comunidad, las tradiciones, incluso entre los mismos países latinoamericanos, son bien distintas.
Así ocurre, por ejemplo, en la asociación Yanapakuna de nuestra ciudad, en la que conviven bolivianas, paraguayas, peruanas y argentinas. Durante las Navidades, tal y como explica Clara Roxana Cavero, su presidenta, “se intenta que todo el mundo pase estas fiestas con alguien, ya que hay mucha gente que está completamente sola”. A esto se suma, además, que desde la asociación organizan con motivo del día de Navidad la llegada de Papa Noel y la entrega de los regalos para los más pequeños de la casa. “En Bolivia, por ejemplo, aunque depende de la zona geográfica del país, no existen los Reyes, lo que nosotros tenemos es a Papa Noel”, cuenta Roxana. Tampoco es costumbre tener muchos regalos, y lo que más se estila es un juguete y estrenar ropa nueva. “Es típico que la noche del 24, se dé a los niños su regalo, que dependiendo de si la familia es más humilde o más pudiente, es más o menos caro. El día 25, el niño recibe el otro regalo, que sabe que va a ser un paquete de ropa nueva que estrenará ese día”, comenta.
En Paraguay, por su parte, los niños esperan a los Reyes el día 6, y en la noche del 5, aunque no hay cabalgata, como suele ocurrir aquí, es tradicional dejar los zapatos. “También se deja agua y pasto, que se suele coger del jardín que es común que todo el mundo tenga, para los camellos”, indica Sonia, que vive en El Puerto desde hace siete años.
En Perú es tradicional que el día 6, cuando ya concluye la fiesta, se haga lo que se conoce con el nombre de ‘la bajada de Reyes’. Una celebración en toda regla, tal y como cuenta Irma, en la que todos participan en la labor de guardar el nacimiento y en la que se recauda dinero para montar el nacimiento el próximo año.
Sin embargo, el día más especial es el 24. “En Bolivia, se comienza a cocinar desde por la mañana y lo normal es poner pavo relleno o el chancho al horno, la yuca, el camote, el arroz, y el panetón, los buñuelos y el chocolate”. En Paraguay y Perú, el panetón – un bizcocho relleno de pasas – también es tradicional, y se brinda con champán (Bolivia) o sidra (Perú) con la llegada del niño, a las 00.00 horas. “Es el momento en el que toda la familia se saluda y se felicita”, comenta Irma, una peruana afincada en El Puerto desde hace 14 años.
En Bolivia, al tocar las doce, se tiran petardos y las familias disfrutan de los fuegos artificiales, e incluso algunas de ellas acuden a misa del gallo.
En Perú, la fiesta durante la noche del 24 suele durar “hasta que el cuerpo aguante”, y después, tal y como cuenta Irma, “se suele tomar el caldo de mote el día 25, que despierta a cualquiera”. También es tradicional tomar la causa limeña, una tarta salada compuesta de patata, mayonesa y huevo duro.
El año nuevo es una fiesta absoluta en estos países. “Lo que ocurre en estos países es que como es verano, todo el mundo se echa a la calle y sale a disfrutar y divertirse en la calle”, explica Sonia. Así, en Paraguay es tradición vestirse esa noche de blanco, aunque la ropa íntima debe ser roja. En Perú, en contra, el color que trae buena suerte es el amarillo.
En Bolivia, es tradicional limpiar toda la casa. “Algunas personas se llevan toda la semana haciendo lo que aquí se conoce como limpieza general, y se limpian ventanas, suelos, se cambian las sábanas, se lava toda la ropa… la idea es que la casa tiene que estar lista para recibir el nuevo año”, establece Roxana. Asimismo, Rosario, una boliviana que reside desde hace siete años aquí, cuenta que también es costumbre “prender pastillas de diferentes colores que representen el dinero, la salud, el trabajo o el amor, y como si fuera incienso llevarlo por todas las estancias de la casa para que dé buena suerte”.
En algunas residencias de Bolivia también es habitual comer las 12 uvas, así como tener guisadas lentejas ya que esto “llama al dinero, o, al menos, eso dicen”.
En los tres países, tanto Perú, como Paraguay y Bolivia es común también dar una vuelta a la manzana con una maleta “para aquellos que quieran viajar”. Aunque esto, como comentan, son todo supersticiones.
Y para curar la resaca, nada mejor que el fricasé peruano, un caldo que se toma a media mañana y que lleva mote, carne de cerdo y chuño (una patata deshidratada) o la patasca, otro caldo de cabeza de cerdo, cebolla verde y mote.
Unas fiestas que, al igual que aquí, se viven con ilusión, alegría, emoción y expectación por lo que vendrá, y en las que se reviven y se comparten momentos especiales en familia.
La añoranza de la tierra
Nunca se pierde la ilusión de volver, y claro que me encantaría volver a revivir estos momentos tan especiales con la familia, pero bueno, lo intentas llevar lo mejor posible, pero es inevitable sentirse que te falta algo”, cuenta Clara Roxana Cavero, presidenta de la asociación Yanapakuna y boliviana de origen.
Y es que, en estas fechas tan señaladas y especiales, se hace fundamental compartir con la familia. Lo complejo es cuando se está en otro continente, a más de 9.000 kilómetros de distancia y los medios, además, son escasos. “Algunas compañeras sí que aprovechan estas fechas para ir a visitar a sus familias, aunque la verdad es que el aspecto económico te limita mucho”, explica Roxana.
Sin embargo, en esta época del año, las comunicaciones se intensifican para intentar “estar más cerca de los tuyos”. “En estos días, yo, personalmente, me guardo un hueco para mí, para intentar hablar con ellos, y felicitarnos la Navidad”, indica Roxana.
No obstante, para otras, estar alejadas de los suyos, es complejo y se hace bastante doloroso. “Tengo tres hijos en Perú, y se hace muy, muy difícil. A veces hablar es bueno, pero otras veces lo único que te hace es recordar que no vas a poder compartir estos momentos con ellos, y se hace mas difícil”, apunta Irma.
Sea como fuere, esta comunidad intenta pasar las mejores fechas posibles y compartiendo lo más tradicional de su cultura, con los suyos.