Luis Miguel Morales | Desde el pasado verano no paro de oír por activa, por pasiva, en público, en privado, en notas de prensa (audios más que escrito) como todo cuanto se quiere cambiar y todo cuanto se viene estudiando y calibrando por parte del, cada vez menos nuevo, equipo de Gobierno. Nos alegra que todo se consense, se valore y se tenga en consideración.
Nos congratula que todo pase por decisiones y encuentre el beneplácito de los socios de Gobierno. Votar y releer cada documentación y que ésta sea del agrado de todas y todos resulta poco productivo y poco efectivo. Buscan lo mejor, no lo dudo. Nadie lo duda.
El tiempo apremia y las valoraciones previas deben encontrar cuanto antes las gestiones y las decisiones acertadas para cambiar la dinámica de la ciudad. Tantos frentes abiertos y tantas y tantas promesas realizadas a fuego que me parece -apreciación muy personal- que creo que va siendo hora de que se empiece a dejar informes, libros y demás utensilios y se comience de una vez por todas a ver los cambios.
Los reales. Sin prisas pero sin pausa; sin presión. Que las propuestas más pronto que tarde sean una realidad. Es a lo que la argumentación del mal estudiante, que alargó sin motivos su aprendizaje para tampoco ponerse a trabajar y seguir viviendo a cuerpo de rey en casita de papá y mamá.
Es el tiempo de dejar de estudiar y de dejar de pasear libros. Se acabó. Firmeza y decisiones. En definitiva, hacer política. Nada más. Los que entonaron y vociferaron a los cuatro vientos de que la luz se haría realidad y que las penas y las desgracias pasarían a mejor vida, deben solucionar los problemas.
Los nuevos y los antiguos. Los heredados y los creados. Se acabó el verano, los cien días y finalizaron las excusas. Nadie dijo que fuera fácil. Si precisamente conocían y eran sabedores de las dificultades que entrañaría y las motivaciones de querer algo diferente, ya sabrán de las urgencias de las que gozamos.
Hay que afrontar el día a día y cambiar el chip de opositar por el de gobernar.
De cumplir con lo prometido. Hoy damos buena cuenta de la opinión del fútbol base portuense. Tampoco estos están contentos. Las promesas -recuerda-, ¿las que se hicieron y se vendieron el alma al diablo por el voto útil al mejor postor? El mismo cautivo que llama a la puerta. Lo dicho, por su salud, por su bienestar, por la de todos, trabajen. Para estudiar están los estudiantes. Quique, ¿tú estudias o trabajas?
Quique Pedregal | Pues mira, Luismi, yo creo que tanto estudio es una forma de evasión, una manera de eludir la responsabilidad, de esperar para sentirse lo suficientemente arropado para que sea una especie de Fuenteovejuna. En el argot taurino sería no entrar al trapo o no coger el toro por los cuernos.
Ojo, y no es que no haya que cumplir los plazos legales y administrativos establecidos, pero entre que pido el informe, se realiza el mismo por parte del funcionario de turno, llega por vía interna a la mesa del político, se reúne la comisión de participación para analizar el resultado de lo que en el documento se ha expuesto, se presentan las alegaciones pertinentes con el plazo correspondiente, se publica donde tenga que publicarse, se consigna la partida presupuestaria, se obtienen todos los beneplácitos… al final todo se reduce a decir sí o no ante el tema que se presente pero, claro, tomar una decisión que contente a todos y a todas no es tarea baladí. Circunvalar es rodear, y en eso estamos.
Nadie dijo que fuera fácil gobernar, nadie dijo que fuera llegar y pegar, nadie dijo que esto fuera Jauja. El hecho, mi querido Luismi, es que no terminamos de arrancar para desdicha de los portuenses y ‘portuensas’. Por ejemplo, para qué un informe para cambiar una bombilla. ¿Exagero?
No crean. Mira, Luismi, hoy voy a ser cortito en mi exposición, y no quiero que me taches de escrupuloso, pero he pedido informes entre mis allegados para definir qué decirte. La semana que viene, si el tiempo no lo impide (otra expresión taurina), te diré lo que opino de los estudios, los análisis y los dossiers. ¡Primero te informas y luego hablas!