Este otoño portuense va a quedar como uno de los más movidos en cuanto a obras se refiere, con un sinfín de mejoras que no siempre se enfocan o se ajustan a las necesidades de los ciudadanos por su infructuosa gestión de las mismas o por la regulación del tráfico.
La semana la terminamos con el anuncio del comienzo del aparcamiento subterráneo de Pozos Dulces. Un dulce envenenado que se ha ido alargando en el tiempo pero que ha terminado por rendir para su ejecución. 14 meses es lo que se ha establecido para su puesta en funcionamiento.
Por contra, a escasos días para que se inicien (miércoles 16), Santa Clara ya es la viva imagen de que las obras, las que llegan un año tarde tras el anuncio del Ayuntamiento de haberlas comenzado el pasado año, se ha convertido en un trazado más propio de un circuito en el que hay que armarse de paciencia.
En una arteria tan transitada y que sirve para enlazar la zona sur con la norte, el caos circulatorio es cuanto menos destacado y evitable. Ni que decir tiene que los inconvenientes también se suman a los que siguen padeciendo, con cortes de luz y agua incluido, Crucero Baleares.
En el centro, la calle Larga continúa con sus mejoras que añaden más si cabe la dificultad de circular. La que va a poner a pruebas de paciencia y alternativas circulatorias será cuando Pozos Dulces arranque con sus obras.
