El fotógrafo recostado James Stewart y la -dos años más tarde- princesa de Mónaco, Grace Kelly, hacen una interpretación magistral bajo la dirección del enamoradizo obsesivo, Alfred Hitchcock, en La Ventana Indiscreta. El director la llamó “princesa desgraciada”, lo que evidenciaba su enfado tras haberla perdido como actriz, entre sus rubias favoritas. Los flashes de lámpara, tan atrayentes como exóticos, salvan la vida del protagonista por los fogonazos cegadores del fotógrafo.
En todas las historias hay siempre ventanas indiscretas. Unas detectan morbo y otras la rutina de la vida cotidiana. La ventana más indiscreta está en los programas televisivos de cazainfidelidades, buscando sólo pescar nutridas recompensas.
Hace escasos días desde una ventana indiscreta se captó una imagen de la anterior secretaria general del PSOE de Andalucía, Susana Díaz, con un reducido grupo de eminentes seguidores de Cádiz, Huelva y otros territorios andaluces. Naturalmente era un encuentro discreto del que no se quería publicidad porque de lo contrario se hubiera difundido por los participantes en el ágape.
Tras su publicación por un periódico, la ex presidenta lo revistió de normalidad y hasta de gratitud: “Me encantan las terrazas de barrio y sobre todo en buena compañía”. Luego daba las gracias al Diario de Sevilla, que lo había hecho público. Eso se llama hacer de tripas corazón y de la necesidad virtud.
¿De qué hablaron los comensales? Como residentes todos en la antigua provincia -senatorial por cierto- de la Bética romana la conversación giró sobre el escrito que envió Quinto Tulio a su hermano el orador y político Marco Tulio Cicerón, el “Commentariolum petitionis” -Notas sobre la campaña electoral- que recoge lo que era Roma “abunda la traición, el engaño…la arrogancia, la envidia, la insolencia, el odio y la impertinencia de muchos” y analizaron la condición de los detractores y los enemigos: “los que se han visto perjudicados por ti, los que sin motivo alguno no te aprecian, y finalmente, los que son muy amigos de tus competidores”. Poco más pudo dar de sí el encuentro en tiempos de preludio del nuevo escenario del socialismo español y andaluz que diseñan Pedro Sánchez y Juan Espadas, con sus colaboradores, a la espera de los congresos tan participativos como aclamatorios que se avecinan. Salvo en Cádiz, donde los leales de la ex presidenta plantean el desquite.