La preocupación de los equipos internacionales de ayuda humanitaria en Haití está pasando de la urgencia por encontrar con vida a algún superviviente entre los escombros a la posibilidad de que surjan brotes infecciosos.
La Cruz Roja ha detectado los primeros casos de enfermedades como diarreas, infecciones respiratorias, problemas dermatológicos, tétanos y meningitis, según la delegada de Salud de ese organismo en Haití, Beatriz Karottki.
Pasados diez días desde el devastador terremoto, ha descendido algo la avalancha de heridos con traumatismos y amputaciones y se ha entrado en una segunda fase, en la que comienzan a darse casos de enfermedades potencialmente epidémicas, explicó.
En este sentido, Unicef anunció que la semana que viene comenzará una campaña de vacunación contra el tétanos, la polio y el sarampión que alcanzará a 360.000 niños menores de 5 años.
En tanto, las esperanzas de hallar con vida a más supervivientes bajo los escombros se van difuminando, como demuestra el hecho de que el último equipo de protección civil de la CE enviado a Haití ya no se centrara en misiones de búsqueda.
“Las tareas de búsqueda de víctimas con vida está llegando a su fin” y ahora la prioridad es ofrecer la ayuda indispensable a los rescatados, explicó el Ejecutivo comunitario en un comunicado.
Pese al tiempo transcurrido y tras 24 horas sin encontrar supervivientes bajo los escombros, Marie Carida Roman, una anciana de 84 años, fue rescatada hoy con vida por familiares y amigos.
Puerto Príncipe, por otra parte, comienza a mostrar signos de una tímida normalización en su actividad cotidiana, con la presencia de brigadas de limpieza en algunos lugares, la reanudación del comercio y la reaparición de patrullas de la ONU en las calles de la ciudad.
Mientras, comerciantes del centro de Puerto Príncipe han comenzado a vaciar sus almacenes para llevarse todas las mercancías a otro lugar y ponerlas a salvo del pillaje, que se repite día tras día en esta zona, arrasada por el movimiento telúrico.
Michel, dueño del almacén "Mod", de productos textiles, juguetes y artículos para el hogar, llevó a sus empleados a vaciar el local y evitar que sea objeto de los cientos de personas que recorren todos los días los ruinosos comercios del centro en busca de algo de comer.
Mientras los trabajadores introducían las mercancías en un camión estacionado ante la puerta del local, Michel expresó a Efe su malestar por la pasividad de la comunidad internacional ante las escenas de robos y saqueos.
"Yo esperaba que la ONU hubiera enviado ayuda para dar seguridad a esta zona, pero diez días después (del temblor) sólo hay una patrulla de la policía estacionada en la entrada de la calle", comentó mientras grupos de jóvenes salían de los establecimientos próximos cargados con todo tipo de productos.
Jean Martín, de 22 años, con el rostro tapado hasta los ojos, explicó que no le quedaba más remedio que buscar entre las ruinas, que visita cada día desde el sismo, en una muestra de que continúan las dificultades para hacer llegar la ayuda masiva que llega del exterior.
"Tengo muchos problemas, tengo hambre. ¿Tú entiendes? Tengo que buscarme la vida. Mi mamá murió en el terremoto, mi padre está desaparecido y ahora me he quedado solo", relató.
"Ahí hay muchas cosas: comida, ropa,... lo que quieras. La policía no da problemas, (porque) sabe que tenemos que comer", agregó.
La situación no es mejor en el interior del país, en ciudades como Léogane, 60 kilómetros al sudoeste de la capital, que perdió un 90 por ciento de sus edificios y donde las autoridades encargadas de la coordinación critican a las organizaciones humanitarias que vienen a traer comida "en completo desorden".
Allí, la joven Leoville Méolène, 23 años, cuenta lo que ha comido desde el terremoto: espaguetis, caramelos y agua, repartidos en tres ocasiones por "unos blancos" que pasaron por el lugar.
Según la policía, se han encontrado 1.624 muertos hasta la fecha, pero se cree que hay 3.000 en toda la ciudad, lo que equivale al 10 por ciento de su población total.
Hace dos días han aparecido en la localidad tropas canadienses y estadounidenses, acantonadas en la periferia, pero que se dejan ver en la ciudad, aunque no participan en las labores de seguridad.
Los saqueos y robos, aunque sin violencia, han sido abundantes desde el pasado 12 de enero, y los 38 policías en activo en Léogane (hay unos diez desaparecidos) no pueden evitarlos.
"No tenemos material, tampoco derecho a usar cartuchos, así que no podemos enfrentarnos a hordas de 500 a 600 jóvenes", reconoce el comisario Alain Auguste, que se queja de que las tropas extranjeras anden por su ciudad sin siquiera haberse acercado a preguntarle qué necesitan. "Es un poco humillante, ¿no?", lamenta.
La Asamblea General de la ONU pidió desde Nueva York que se redoble la asistencia a los damnificados por el sismo, mientras que el secretario general del organismo, Ban Ki-moon, recordó que aún "hay demasiada gente que no ha recibido la ayuda que necesita con urgencia".
Ban aseguró que 3 millones de personas requieren ayuda de algún tipo, de los que unos 2 millones carecen de alimentos. Además, señaló que al menos un millón (un millón y medio, según las autoridades haitianas) de ellos se han quedado sin vivienda.
Al mismo tiempo, subrayó la importancia de empezar a mirar "más allá de la situación de emergencia" para abordar las tareas de reconstrucción y promoción del desarrollo económico del país más pobre de América.
El sismo puede ser "una oportunidad" para construir un país mejor que cuente con un Gobierno eficiente, un Estado de derecho y una economía que proporcione trabajos, dijo.
Por su parte, a la Unicef, aparte de la vacunación infantil, le preocupa la situación de los menores desprotegidos por haber perdido a sus padres o se haya visto separado de ellos como consecuencia del terremoto y hoy denunció que al menos 15 infantes no acompañados habían sido secuestrados en hospitales de Haití.
"Lamentablemente hemos constatado el rapto de 15 niños en diferentes hospitales de Haití y sospechamos que han sido secuestrados por redes de trata a través de Santo Domingo", afirmó en Ginebra Jean Claude Legrand, asesor de protección de la infancia de Unicef.
La Unicef, que ha advertido sobre la adopciones de menores afectados por la catástrofe, ya que muchos de ellos pueden tener familiares dispuestos a hacerse cargo de ellos, expresó hoy su preocupación por la salida de niños supuestamente huérfanos del país sin contar con la documentación adecuada.