La situación generó conmoción justo en el momento en que este país sudamericano vivía el cambio de mando presidencial, ya que el empresario Sebastián Piñera juraba en el Parlamento tras recibir el mando de la médico socialista Michelle Bachelet.
Si bien en un principio se dijo que el mayor seísmo había sido de 7,2 grados, tras algunos minutos, la Administración Nacional Oceanográfica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) corrigió las cifras a la baja y entregó las intensidades definitivas, al tiempo que sumó un cuarto seísmo a los tres más fuertes que se sintieron primero.
Los temblores, posiblemente réplicas del terremoto del pasado 27 de febrero, provocaron la inmediata reacción de la Armada chilena y de las autoridades civiles de emergencia, que decretaron alerta de maremoto y, en cada zona costera del país, instaron con megáfonos y a viva voz a las personas a escapar hacia las partes altas de las ciudades y pueblos.
La situación causó gran alarma y se registraron escenas de pánico entre la población que no ha dejado de padecer los fuertes seísmos iniciados con el "megaterremoto" de hace 13 días, especialmente en aquellos lugares donde los maremotos del 27 de febrero costaron la vida a cientos de personas.
En la capital chilena, fueron evacuados los edificios céntricos, se sintieron decenas de sirenas de bomberos y ambulancias, y muchas empresas públicas y privadas permitieron a sus empleados abandonar las oficinas para impedir situaciones de mayor emergencia. Asimismo, se informó de derrumbes y caídas de muros que habían quedado semidestruidos con el primer gran seísmo.